Tras todo pronóstico, Dexter sobrevive al disparo que recibe por parte de su hijo Harrison, pero más que nada, despierta del coma en el que había caído tras haberse desangrado a causa de la bala. Ahora que ha despertado y se encuentra bien, Dexter se entera de que su hijo ha desaparecido, por lo que lo primero que hace es ir a buscarlo y de esta manera sigue su rastro hasta la ciudad de Nueva York, un lugar donde Dexter se sentirá enfrentado a su pasado. Tanto Dexter como Harrison deben aprender a lidiar con sus demonios internos así como su tormentosa relación de padre e hijo, pues quizás su única salida es permanecer unidos.