En 1930, un equipo compuesto por latinos, filmaba de noche la misma versión de Drácula que otro equipo estaba produciendo en el día. Mismo escenario, mismo vestuario, mismo guión traducido. Algo bastante común durante los inicios del cine sonoro, donde los estudios grababan sus propias películas en otros idiomas, pero Drácula tuvo un valor especial al superar a la versión en inglés, de acuerdo a la crítica, pues fue considerada más inventiva y arriesgada en muchos de sus detalles técnicos.