La serie coreana El juego del calamar ha destacado desde su primera temporada por convertir inocentes juegos infantiles en desafíos letales que exponen lo más oscuro del ser humano. Desde clásicos como “Luz roja, luz verde” hasta el inolvidable puente de cristales, cada entrega ha elevado la tensión con propuestas cada vez más crueles y complejas. La segunda temporada amplió el alcance cultural de sus retos, incluyendo juegos como la ruleta rusa y el pentatlón de seis piernas, con un enfoque más internacional.
Ahora, en su esperada temporada final, El juego del calamar 3 abandona los minijuegos y concentra toda su fuerza en tres pruebas principales, desarrolladas en el siniestro escenario central. Aunque parecen simples en sus reglas, estos desafíos están diseñados con vueltas de tuerca brutales y dilemas morales escalofriantes. La serie no solo intensifica la violencia y el suspenso, sino que también enfrenta a los personajes con decisiones imposibles, lo que convierte cada juego en una experiencia tan terrorífica como adictiva para el espectador.
Las escondidas
Netflix
El primer juego de la temporada final es una versión sádica y mortal de las escondidas. Los jugadores son divididos en dos equipos a través de una máquina de chicles que les asigna bolas de colores: azul para los escondidos y rojo para los cazadores. A los escondidos se les entrega una llave que les permitirá abrir puertas específicas en la arena, pero la salida solo puede desbloquearse si se insertan, al mismo tiempo, llaves con las tres formas geométricas: círculo, triángulo y cuadrado. Este giro genera alianzas estratégicas entre jugadores, así como brutales traiciones.
El salto de cuerda
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En el segundo juego, los sobrevivientes son conducidos a una arena donde una versión robótica de Young-hee y su “hermano” sostienen una cuerda metálica que gira como un látigo. Los jugadores deben avanzar por una plataforma estrecha, manteniendo el equilibrio mientras saltan la cuerda al ritmo marcado. La dificultad aumenta con cada vuelta, ya que el cable se acelera de forma progresiva, y un mal paso significa caer a un abismo mortal.
El juego del calamar celestial
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El juego final lleva la violencia al extremo con una mecánica tan sencilla como brutal. Los ocho últimos jugadores son llevados a lo alto de un pilar cuadrado, con la consigna de eliminar al menos a uno de sus compañeros antes de avanzar al siguiente pilar triangular, y luego al circular. Nadie puede moverse sin que haya al menos una víctima por ronda. El botón en el suelo activa un conteo de 15 minutos, y si no hay sacrificio, todos mueren.