Si buscas una miniserie corta, intensa, clásica y que te deje con el corazón acelerado, esta es la opción perfecta. Prepárate para dudar de todos, incluso de ti mismo.
Las miniseries se han convertido en el nuevo tesoro del streaming. Son rápidas, intensas y, cuando están bien hechas, te atrapan desde el primer minuto. En los últimos años hemos visto verdaderas joyas que lo demuestran: desde el impacto emocional de Chernobyl, pasando por la tensión psicológica de Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer, hasta el suspenso elegante de Gambito de Dama. Todas tienen algo en común: te enganchan en poco tiempo y te sueltan hasta horas después.
El público ama este formato porque no hay relleno, no hay episodios de más y, sobre todo, porque no hay tiempo ni para parpadear. Y justo dentro de ese grupo selecto de producciones que lograron conquistar a millones con muy pocos capítulos, se encuentra una miniserie británica que se convirtió en un fenómeno inesperado, y lo mejor es que está en Netflix.
La miniserie británica que te va a descoloca
La serie en cuestión es Guardaespaldas, conocida internacionalmente como Bodyguard. Estrenada en 2018 y con únicamente seis episodios, fue un éxito monumental en Reino Unido, donde rompió récords de audiencia y se volvió la obsesión del momento. Y lo mejor es que no es necesario que faltes al trabajo para disfrutarla ya que en una tarde puedes verla completa, si es tus nervios aguantan.
La historia gira en torno a David Budd, un veterano de guerra que intenta recuperar su vida y su estabilidad emocional tras volver del servicio. Aunque arrastra un trauma profundo, ahora trabaja como agente especial dentro del Servicio de Protección de la Policía Metropolitana de Londres, encargado de cuidar a figuras clave del gobierno y la familia real.
Un trabajo que exige valentía y traicionar a sus principios
El problema empieza cuando David recibe una tarea que parece de rutina, pero que pronto se convierte en un dilema moral gigantesco: proteger a Julia Montague, una política poderosa, ambiciosa y sumamente polémica cuyas posturas públicas chocan frontalmente con todo lo que él cree.
Mientras ella defiende medidas agresivas de seguridad nacional, él carga aún con cicatrices de una guerra que no entiende cómo terminó apoyando. La tensión entre ambos está siempre a punto de explotar, y nunca se sabe si David es su mayor aliado o su amenaza más cercana.
El juego entre lealtad y sospecha no solo ocurre entre ellos, sino también dentro del propio David, quien lucha contra una mente fracturada por el trauma. La serie juega con esta fragilidad para mantenerte siempre alerta: cada gesto, cada mirada y cada silencio puede significar peligro.
Una actuación perfecta
Richard Madden, en el papel de David Budd, se luce con una interpretación llena de vulnerabilidad, fuerza contenida y una angustia que no se dice pero s siente. No es casualidad que, tras esta miniserie, muchos lo consideraran candidato perfecto para convertirse en el próximo James Bond. Y su química con Keeley Hawes, quien interpreta a Julia Montague, es otro de los motores de la serie.
Al final, Guardaespaldas funciona porque juega con un miedo muy básico: la idea de que la persona encargada de protegerte podría no ser lo que parece. Y más aún, el hecho de que las instituciones que dicen cuidarte quizá también te están utilizando.