Scarlett Johansson ha brillado en la ciencia ficción con personajes enigmáticos y potentes en películas como ‘Under the Skin’ y ‘Lucy’. Sin embargo, hubo una película que el público rechazó y que hoy, dos décadas después, merece ser revisitada.
Scarlett Johansson ha construido una relación singular con la ciencia ficción, encontrando en el género un espacio donde su presencia en pantalla adquiere matices excepcionales. En Under the Skin, de Jonatahan Glazer, ofreció una interpretación hipnótica, casi abstracta, mientras encarnaba a un ser que observa a la humanidad desde la distancia emocional más radical. En Lucy exploró el límite entre la acción frenética y la especulación científica, mientras que en Ghost in the Shell, aunque polémica, dejó claro que su capacidad para habitar mundos futuristas es más amplia que lo que dicta la percepción del público.
Por eso resulta especialmente relevante regresar a una película que, hace 20 años, la señaló injustamente. Estrenada en 2005 y dirigida por Michael Bay, The Island sorprendió porque, a diferencia de la mayoría de las producciones del realizador, se permitía plantear preguntas incómodas. Bay seguía entregando persecuciones a toda velocidad, explosiones y una tercera parte cargada de adrenalina, pero esta vez había algo más: un trasfondo de identidad, control y autonomía que tomó a los espectadores desprevenidos.
‘The Island’, la inusual película de Michael Bay con Ewan McGregor y Scarlett Johansson
La historia sigue a Lincoln Six Echo y Jordan Two Delta, dos habitantes de un complejo supuestamente protegido de un mundo exterior contaminado. Cada semana, un residente obtiene por sorteo un pase hacia una isla libre de patógenos, el destino ideal. Pero cuando Lincoln descubre una polilla viva dentro del recinto, sospecha que algo no encaja en la narrativa oficial. Su curiosidad lo lleva a una zona restringida donde revela la verdad: la lotería es una fachada y los residentes son clones creados para suministrar órganos, hijos o tejidos a sus versiones originales.
El relato conecta con tradiciones de la ciencia ficción que van desde distopías literarias hasta reflexiones filosóficas sobre la libertad. Algunas de sus imágenes evocan la idea de un éxodo: la liberación de los clones, la búsqueda del origen, la ruptura definitiva con una autoridad que los ha moldeado como recursos desechables. Es en este cruce entre acción y simbolismo donde Bay entrega un trabajo sorprendentemente más complejo de lo habitual.
Identidad, libertad y control en ‘The Island’, un relato que supera al blockbuster promedio
A pesar del atractivo de sus temas, intenciones y elenco, encabezado por Ewan McGregor y una joven Johansson a punto de consolidarse en Hollywood, la película fracasó en taquilla y terminó convertida en un título menor dentro de la filmografía de sus protagonistas. Hoy, su recepción luce injusta, ya que el componente científico no funciona como simple decoración. La película explora tecnologías biométricas, ambientes holográficos y sistemas de vigilancia que refuerzan el adoctrinamiento de los clones.
Además, plantea dilemas éticos sobre la clonación, la propiedad del cuerpo y la mercantilización de la vida, temas que rara vez ocupan el centro de una superproducción generada por un director asociado principalmente con el espectáculo visual de Transformers. Visto a la distancia, The Island tenía elementos suficientes para convertirse en un clásico de culto, pero su sofisticación se perdió detrás de una campaña publicitaria que no supo comunicar su verdadero alcance, ya que la vendió como un thriller de acción cualquiera, relegando por completo sus implicaciones filosóficas.
Dos décadas después, The Island merece una segunda oportunidad. No solo porque ofrece una mirada distinta al cine de Michael Bay, sino porque incluye una de las interpretaciones subestimadas de Scarlett Johansson dentro del género que la ha acompañado durante toda su carrera. Revisitada hoy, la película revela su verdadero valor: un thriller futurista con corazón, preguntas pertinentes y un reparto entregado a una historia más profunda que el público estaba dispuesto a ver en su momento.