Historias llenas de contradicciones, pistas perdidas y silencios que alimentan teorías inquietantes. Estos casos siguen abiertos en la memoria colectiva por una razón inquietante.
A lo largo de la historia de Hollywood, el brillo de las estrellas ha convivido con sombras imposibles de disipar. Detrás de la alfombra roja, del glamour de películas como Rebelde sin causa, Sunset Boulevard o Chinatown, y del imperio construido por celebridades como James Dean, Judy Garland o Audrey Hepburn, existen tragedias que nunca encontraron respuestas definitivas. Son muertes que, pese a décadas de investigaciones, testimonios contradictorios y teorías que se multiplican, siguen alimentando tanto el desconcierto como la fascinación del público.
Estos casos, envueltos en interrogantes, revelan el lado más inquietante de la industria: una mezcla de fama, poder y silencios que dificulta conocer la verdad. Desde accidentes que no encajan del todo, como el ocurrido a Brandon Lee durante el rodaje de The Crow, hasta escenas halladas en circunstancias inexplicables que parecerían sacadas de thrillers como Mulholland Drive o L.A. Confidential, cada historia abre una grieta en el relato oficial. A continuación exploramos algunas de las muertes más extrañas de Hollywood, aquellas que la policía nunca logró explicar por completo y que continúan generando sospechas, dudas y nuevas hipótesis con el paso del tiempo.
Natalie Wood
La muerte de Natalie Wood en noviembre de 1981 sigue siendo uno de los casos más perturbadores de la industria cinematográfica. Lo que inició como una noche de convivencia entre la actriz, su esposo Robert Wagner y la tripulación del barco se tornó en un enigma cuando Wood desapareció y su cuerpo fue encontrado flotando horas después. Aunque inicialmente se dictaminó un accidente por ahogamiento, las múltiples contusiones en su cuerpo despertaron sospechas sobre qué ocurrió realmente en esas últimas horas.
Con los años, nuevas declaraciones avivaron la controversia. Su hermana y el capitán del yate han señalado públicamente a Wagner como posible responsable, incluso afirmando que la actriz de La rebelde pudo haber sido víctima de un acto violento. En 2012, el departamento del sheriff de Los Ángeles reclasificó su muerte como ahogamiento con factores indeterminados, dejando un caso repleto de indicios pero sin evidencia suficiente para proceder. Hasta hoy, su fallecimiento permanece como una incógnita sin resolver.
Brittany Murphy
La repentina muerte de Brittany Murphy en 2009 sorprendió a Hollywood y dejó demasiadas preguntas al aire. La actriz, de solo 32 años, falleció tras varios días con síntomas parecidos a la gripe, y el reporte inicial señaló una combinación de anemia y neumonía agravada. No obstante, la inexplicable muerte de su esposo, Simon Monjack, bajo circunstancias casi idénticas apenas seis meses después, añadió un giro inquietante a la historia.
Las teorías no tardaron en surgir. El padre de Murphy afirmó que una prueba independiente detectó posible envenenamiento por arsénico, insinuando que su hija no murió por causas naturales. Sin embargo, las autoridades nunca reabrieron oficialmente el caso, dejando a la familia y al público atrapados entre informes contradictorios y una sensación de que algo crucial nunca salió a la luz. Su muerte continúa siendo uno de los enigmas más debatidos de los últimos años.
Elizabeth Short
El brutal asesinato de Elizabeth Short en 1947, conocido como uno de los crímenes más macabros de la historia de Los Ángeles, aún permanece sin resolver. El cuerpo de la joven aspirante a actriz fue encontrado seccionado en dos, sin sangre, mutilado y acomodado de forma deliberada en un terreno baldío. La violencia y la precisión del acto dejaron perplejos a los investigadores desde el primer día.
A pesar de las numerosas pistas, teorías y sospechosos, ninguna línea de investigación logró resultados concluyentes. El FBI planteó que el asesino podría haber tenido conocimientos médicos por la técnica utilizada, lo que llevó a revisar a estudiantes de medicina y posibles carniceros, sin avances definitivos. La aparición de cartas anónimas supuestamente enviadas por el asesino tampoco encajó con registros oficiales. Décadas después, el caso de Elizabeth Short sigue siendo uno de los mayores misterios criminales del país.
Bob Crane
La muerte de Bob Crane en 1978 conmocionó al público no solo por su brutalidad, sino por las revelaciones posteriores sobre su vida privada. El actor fue encontrado sin vida en su departamento, víctima de un ataque severo. A partir de entonces, su historia se vio envuelta en testimonios sobre adicciones, grabaciones íntimas y relaciones complicadas que oscurecieron aún más la investigación.
El principal sospechoso siempre fue su amigo cercano, John Henry Carpenter (no confundirlo con el director de Halloween), quien compartía con Crane una vida personal turbulenta. A pesar de que la fiscalía lo llevó a juicio en 1994, las pruebas fueron insuficientes para obtener una condena. Con Carpenter fallecido en 1998 y sin nuevos indicios sólidos, el asesinato de Bob Crane se mantiene como un caso congelado, destinado probablemente a no resolverse nunca.
Marilyn Monroe
La muerte de Marilyn Monroe en 1962 constituye uno de los enigmas más debatidos de Hollywood. La actriz fue hallada sin vida en su casa, aparentemente víctima de una sobredosis de barbitúricos. Sin embargo, las inconsistencias en los reportes iniciales, sumadas a la intervención de su psiquiatra y al estado en que fue encontrada, alimentaron dudas sobre si realmente se trató de un suicidio, un accidente o algo más complejo.
Décadas después, nuevas entrevistas y relatos presentados en documentales han propuesto una segunda secuencia de eventos, en la que Monroe habría sido atendida con vida horas antes y trasladada en ambulancia. Este relato contradice radicalmente la versión oficial. A ello se suman teorías que involucran intereses políticos, romances riesgosos y supuesta vigilancia gubernamental. Aunque ninguna ha sido comprobada, todas han contribuido a cimentar la idea de que su muerte sigue envuelta en un velo de misterio difícil de disipar.