El thriller psicológico que te incomodará con su belleza visual gótica y excesos de familiar ricas
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Un thriller psicológico provocador que mezcla belleza gótica, excesos aristocráticos y una historia de obsesión entre un estudiante humilde y una familia rica. Un retrato incómodo y seductor sobre poder, deseo y manipulación.

Saltburn se ha convertido en uno de los títulos más provocadores de los últimos años. La película escrita y dirigida por Emerald Fennell recupera la tradición del thriller psicológico británico, pero lo lleva a un territorio donde la belleza gótica, el lujo obsceno y la perversión emocional conviven en un mismo universo estético. Con una puesta en escena deslumbrante y personajes diseñados para incomodar, el filme explora los límites del deseo, la obsesión y la manipulación dentro de un entorno de élites que vive desconectado de cualquier noción de realidad.

‘Saltburn’: Una historia de obsesión en clave moderna

El punto de partida parece sencillo: Oliver Quick (Barry Keoghan), un estudiante tímido y de origen humilde, llega a Oxford en 2006 y queda fascinado por el atractivo y adinerado Felix Catton (Jacob Elordi). Lo que inicia como un acercamiento tímido pronto deriva en una relación marcada por la admiración, el deseo y una necesidad casi patológica de pertenecer. Fennell transforma este vínculo en un torbellino emocional que recuerda a El talentoso señor Ripley, pero adaptado a una sensibilidad contemporánea y más abiertamente sexual.

Cuando Oliver es invitado a pasar el verano en Saltburn, la imponente mansión familiar de los Catton, el filme abraza un tono más oscuro y extravagante. Allí, rodeado de lujos indecentes, juegos decadentes y comportamientos que bordean la farsa, Oliver descubre no solo un mundo que lo seduce, sino uno que parece decidido a moldearlo según sus propias reglas. La familia (interpretada por Rosamund Pike, Richard E. Grant y Alison Oliver) encarna el exceso aristocrático británico llevado al límite, entre el humor incómodo y la crueldad emocional.

Un festín visual de erotismo, gótico y glamour decadente

Fennell y su equipo construyen un universo donde el exceso visual es parte de la narrativa: cuerpos que se exhiben como estatuas vivientes, jardines convertidos en escenarios ceremoniales, habitaciones que parecen diseñadas para rituales secretos. La cámara abraza los placeres culpables, los excesos sexuales y los momentos de shock con absoluta intención estética, generando un espectáculo entre lo hipnótico, lo perturbador y lo grotesco.

La película, disponible en Prime Video, transita entre la comedia negra, la farsa de clases y la tragedia shakesperiana. La exageración deliberada de los personajes aristocráticos convive con giros dramáticos que desarman cualquier expectativa y conducen la historia hacia un desenlace tan retorcido como inevitable. Saltburn funciona, en esencia, como una sátira sobre el deseo de pertenecer, sobre cómo el privilegio corrompe y sobre la manera en que un outsider puede volverse el mayor depredador cuando comprende las reglas del juego.

Al final, Saltburn no busca respuestas ni moralejas, sino provocar sensaciones incómodas: fascinación, repulsión, deseo, rechazo. Su fuerza radica en la forma en que combina un estilo visual exquisito con un núcleo emocional tóxico y retorcido. Es un thriller psicológico que funciona como un espejo distorsionado de las jerarquías sociales y de los deseos más oscuros, confirmando a Emerald Fennell como una de las voces más provocadoras del cine británico actual.

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