Si te gusta el terror que ocurre a plena luz del día, mira esta pesadilla folk, para que nunca vuelvas a confiar en desconocidos con flores
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Si te gusta el terror que ocurre a plena luz del día, mira esta pesadilla folk, para que nunca vuelvas a confiar en desconocidos con flores

Durante décadas, el miedo en el cine tuvo reglas muy claras. Habitaciones oscuras, pasillos interminables y seres sobrenaturales susurrando en la noche. Ahí están El exorcista de William Friedkin y El resplandor de Stanley Kubrick, dos pilares que enseñaron que el terror se escondía en las sombras, en lo que no veíamos del todo.

Pero el horror moderno decidió romper esas reglas. Ahora el miedo puede aparecer con luces encendidas, cámaras frontales y en escenarios cotidianos. Películas recientes como Háblame o Five Nights at Freddy's demuestran que el género se ha diversificado: menos sobresaltos clásicos y más incomodidad constante. Un terror que se mete bajo la piel sin pedir permiso.

Y dentro de esta nueva ola, hay un tipo de miedo especialmente perturbador: el que ocurre a plena luz del día, donde todo se ve con claridad y donde no hay dónde esconderse. La película que llevó esta idea al extremo es Midsommar - El terror no espera la noche, dirigida por Ari Aster, uno de los nombres más inquietantes del terror contemporáneo.

Un viaje de verano que se convierte en pesadilla

Aquí seguimos a Dani, una joven que acaba de sufrir una pérdida devastadora: la muerte de sus padres. Atrapada en el duelo, su relación con su novio se vuelve tensa, frágil y profundamente incómoda. Él, estando cansado de la situación, la convence de acompañarlo a un viaje de verano junto a sus amigos a un remoto pueblo sueco.

Lo que comienza como una escapada con objetivo terapéutico pronto se transforma en algo muy distinto. El lugar es hermoso, la gente amable, las tradiciones llamativas pero extrañas. Y lo más inquietante: en ese sitio, la noche nunca cae.

El horror que no te deja descansar

En Midsommar, el sol nunca se oculta. Esa luz constante empieza a afectar a los visitantes, desorientándolos, agotándolos y volviendo cada emoción más intensa. Dani, especialmente vulnerable por su duelo, comienza a percibir cosas que los demás prefieren ignorar.

A medida que pasan los días, los rituales del pueblo se vuelven más perturbadores. Dani empieza a desconfiar, no solo de los habitantes, sino también de su propio grupo. Y lo que parecía un viaje de sanación se convierte en una experiencia transformadora, de las peores maneras posibles.

Horror Folk en su forma más cruel

Midsommar se inscribe dentro de la categoría de horror folk, un subgénero que explora comunidades aisladas, rituales ancestrales y creencias colectivas llevadas al extremo. Aquí no hay monstruos tradicionales ni "jump scares" fáciles. El miedo nace de la normalización de lo inaceptable.

La película utiliza símbolos, cantos, flores y celebraciones para construir una atmósfera profundamente perturbadora. Todo está a la vista y al público, y aun así, nadie parece notar que algo está terriblemente mal. Esa complicidad colectiva es uno de los elementos más escalofriantes del filme.

Si vas a ver Midsommar, tienes que saber que no es una película fácil de ver ni de recomendar a la ligera. Es incómoda, larga, explícita en momentos clave y profundamente perturbadora. Pero justo por eso se queda contigo.

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