Cada año, durante la Semana Santa, las plataformas de streaming y canales de televisión programan una variedad de contenidos que apelan a la espiritualidad, la fe y la tradición cristiana. Entre películas clásicas sobre la vida de Jesús (como La pasión de Cristo de Mel Gibson) o épicas bíblicas (como Los 10 mandamientos con Charlton Heston), este periodo se convierte en una oportunidad para reflexionar.
Sin embargo, en los últimos años, las narrativas religiosas han empezado a entrelazarse con el género del thriller y el misterio criminal, ofreciendo al espectador experiencias inmersivas que capturan tanto el simbolismo de la Semana Santa como la complejidad de la condición humana. Es en ese cruce donde nace Cuando nadie nos ve, una serie de Max que combina el suspenso de un caso policial con la atmósfera única de la Semana Santa andaluza como telón de fondo.
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Procesiones, visiones y un suicidio ritual: así arranca ‘Cuando nadie nos ve’
Ambientada en Morón de la Frontera durante la Semana Santa de 2024, Cuando nadie nos ve comienza con tres hechos aparentemente aislados: un suicidio ritual, la desaparición de un militar estadounidense y los efectos devastadores de una nueva droga. A lo largo de seis episodios ya disponibles, y con dos más por estrenarse el 18 y el 25 de abril, la serie despliega una narrativa en la que la tensión se acumula día tras día, al ritmo de las procesiones, los ritos religiosos y los secretos que empiezan a salir a la luz.
La historia está protagonizada por dos investigadoras que deben colaborar a pesar de pertenecer a jurisdicciones distintas. Lucía Gutiérrez (Maribel Verdú), sargento de la Guardia Civil, se ve obligada a trabajar junto a Magaly Castillo (Mariela Garriga), teniente de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Lo que en otras series podría convertirse en una relación conflictiva, aquí se transforma en una alianza basada en el respeto mutuo, lo que permite que la atención se centre en el misterio y no en los egos.
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Cuando nadie nos ve ofrece una estructura similar a la de True Detective, con un episodio por cada día de la semana santa, pero con un enfoque menos centrado en el horror sobrenatural y más en los efectos psicológicos y sociales del entorno. Los momentos de alucinaciones provocadas por drogas, la imaginería católica omnipresente y la tensión ritualista generan una atmósfera hipnótica. La escena en la que un costalero sangra por los ojos mientras cree ver una aparición mariana flotando en el cielo es un ejemplo de esa fusión entre lo místico y lo inquietante.
Visualmente impecable y con un ritmo contenido que estalla en momentos clave, Cuando nadie nos ve se aleja de los estereotipos de los dramas criminales. No cae en el pesimismo extremo ni en el efectismo gratuito: sus episodios están cuidadosamente construidos para mantener el interés, explorar los vínculos humanos y dar protagonismo a una Semana Santa que se convierte en el telón de fondo perfecto para una serie de misterio que vale la pena descubrir.
