El universo de The Last of Us ha logrado construir una narrativa envolvente tanto en los videojuegos como en su adaptación televisiva, disponible en Max. La primera temporada dejó claro que HBO había conseguido trasladar con fidelidad la intensidad emocional, la crudeza del mundo postapocalíptico y el drama humano del juego original. Ahora, con el estreno de la segunda temporada, el impacto sigue siendo igual de poderoso y cautivador.
En este esperado regreso, los fans no solo se reencontraron con sus personajes favoritos, sino que también fueron recompensados con detalles que reflejan el profundo respeto y admiración por la obra original. Uno de esos momentos aparece en el minuto 54 del primer episodio, durante la escena del baile de Año Nuevo en Jackson: un instante cargado de emoción que resulta esencial en la historia.
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Minuto 54: así fue el cameo que sorprendió a los fans de ‘The Last of Us 2’
En el capítulo titulado Los días por venir, puede verse en una esquina del salón a un hombre de barba canosa, sentado y tocando un instrumento de cuerdas con absoluta concentración. Se trata de Gustavo Santaolalla, el compositor argentino que ha dado alma a toda la saga con su inolvidable banda sonora. Aparece tocando el banjo, justo a la derecha del escenario. Aunque su presencia puede pasar desapercibida al principio, un primer plano lo muestra con claridad mientras Ellie (Bella Ramsey) observa a Dina (Isabela Merced) desde la distancia, en una escena que reproduce con gran fidelidad el videojuego.
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Santaolalla toca junto a una banda llamada Brittany and the Jug Boys, una referencia directa para los fans, ya que representa a Crooked Still, el grupo real cuya música acompaña momentos clave de la segunda entrega del juego. Esta colaboración no es solo un guiño: es un homenaje sonoro que conecta emocionalmente con el universo musical tan distintivo de The Last of Us.
Ganador del Oscar por Secreto en la montaña y Babel, Santaolalla ha sido fundamental para dotar a The Last of Us de una identidad sonora única. Sus composiciones, minimalistas y profundamente emotivas, han sido clave para que la historia de Joel y Ellie resuene de manera tan visceral en el público. Su cameo en la serie no es solo un homenaje: es un acto de justicia poética para quien ha puesto el corazón de esta historia en cada nota musical.
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No es la primera vez que Santaolalla aparece en este universo. En The Last of Us Part II, el propio videojuego ya le había dado un lugar especial como personaje no jugable que toca el banjo en la zona segura de Jackson. Fue un guiño pensado para los más atentos, y ahora la serie decide replicar ese momento, reforzando aún más el lazo entre el juego y su adaptación televisiva.
Con este tipo de detalles, la serie manifiesta que su misión no es solo contar una historia, sino rendir tributo a quienes han contribuido a construirla desde sus cimientos. En ese entramado de talento, Gustavo Santaolalla no es solo el músico detrás de una gran banda sonora: es una pieza vital del alma de The Last of Us.
