En la segunda temporada de The Last of Us en Max, nuevos actores fundamentales entran en escena con los Wolves (también conocidos como WLF, por sus siglas en inglés, Washington Liberation Front), que son un grupo militarizado con un papel crucial en la trama, representa una nueva amenaza tanto para Ellie como para otros sobrevivientes.
Los Wolves surgieron originalmente como un grupo de resistencia en Seattle. Su objetivo inicial fue liberar a la ciudad de la opresión de FEDRA, el brazo militar autoritario que controlaba los centros de cuarentena. Después de expulsar exitosamente a FEDRA, los Wolves tomaron el poder, estableciendo su propio régimen en la ciudad.
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Sin embargo, con el tiempo, este grupo de liberadores se fue endureciendo, volviéndose cada vez más militarizados, violentos y estrictos en su forma de gobernar. Sus miembros están altamente entrenados, operan como una organización militar profesional y son reconocidos por su brutalidad contra cualquier enemigo o disidente.
En la serie, los Wolves representan uno de los principales obstáculos y amenazas para Ellie. También son el grupo al que pertenece Abby, la responsable de la muerte de Joel. Su presencia sirve para mostrar la complejidad moral del mundo postapocalíptico: ya no hay "buenos" o "malos" claros, solo supervivientes que justifican la violencia en nombre de su causa.
Además, el conflicto entre los Wolves y otro grupo religioso, los Serafitas (o Scars), le da otra capa de tensión a la trama, retratando un mundo donde las comunidades humanas ya no solo luchan contra el Cordyceps, sino entre ellas mismas.
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La existencia de los Wolves es fundamental para el desarrollo emocional de Ellie. El dolor, la rabia y la sed de venganza que siente tras la muerte de Joel la llevan a enfrentarse directamente a este ejército. Cada encuentro con ellos pone a prueba no solo sus habilidades físicas, sino también su moralidad y su humanidad.