La historia del Rey Arturo fue llevada al cine incontables veces, desde adaptaciones épicas como Excalibur (1981) de John Boorman, hasta versiones modernas con tintes fantásticos o realistas. Sin embargo, pocas producciones se han atrevido a mirar más allá de la Edad Media y remontarse a los orígenes más antiguos del mito: los relatos celtas que inspiraron siglos de literatura fantástica.
Ese es el enfoque que eligió el director irlandés Marco Van Belle para su película Arthur & Merlin (2015), que es una obra de bajo presupuesto que sorprende por su ambición y mística visual. Y es que en lugar de armaduras brillantes y castillos medievales, aquí se presenta una era oscura, casi mítica, donde la magia y el destino se entrelazan en una narrativa más cercana al espíritu de El Señor de los Anillos que al de las gestas caballerescas tradicionales.
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En la historia, el joven Arthur (interpretado por Kirk Barker) descubre los siniestros planes del druida Aberthol (Nigel Cooke), quien, bajo la apariencia de consejero real, busca destruir al pueblo celta desde adentro. Sin embargo, el hallazgo de una espada mágica que le revela visiones del futuro lo pone en el camino de Merlín (Stefan Butler), un ermitaño solitario que guarda secretos capaces de cambiar el destino del reino y así juntos deberán enfrentarse a una amenaza que va más allá de lo humano.
La película fue rodada con recursos limitados, sin grandes estrellas ni efectos visuales costosos, pero aún así logró destacar por su ambientación inmersiva, paisajes naturales y un tono serio que honra la mitología celta. Su estilo fue comparado con el de Peter Jackson, no por el presupuesto, sino por el respeto profundo al mundo mítico que retrata.
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Gracias al impacto que tuvo esta producción en el circuito independiente, Marco Van Belle atrajo la atención de estudios más grandes, y actualmente prepara el estreno de Mercy como un thriller de ciencia ficción protagonizado por Chris Pratt y Rebecca Ferguson, cuyo lanzamiento está previsto para enero de 2026.
Con Arthur & Merlin, Van Belle no solo rinde homenaje a los antiguos mitos, sino que también demuestra que la pasión por contar historias puede abrir puertas incluso en los reinos más inaccesibles de la industria cinematográfica.