Desde el anuncio de la adaptación de El Eternauta por parte de Netflix, una parte del público expresó su descontento con la elección del elenco. Sin embargo, al analizar en profundidad las críticas, queda en evidencia que el verdadero motivo detrás del rechazo no es actoral ni artístico, sino ideológico y nacionalista: el elenco fue cuestionado por ser argentino.
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Aunque la obra original de Héctor Germán Oesterheld es una historieta profundamente ligada a la identidad argentina —ambientada en Buenos Aires, atravesada por la nevada mortal y cargada de una crítica social y política que reflejaba el contexto del país—, ciertos sectores del público reaccionaron negativamente apenas se confirmó que la adaptación conservaría ese espíritu local.
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Las críticas no apuntaron tanto a la calidad interpretativa ni a la fidelidad de la producción, sino directamente al hecho de que los actores hablaban con acento argentino, vivían en Argentina o eran parte de su escena cultural. Sin embargo, dentro de la comunidad de este país todos se mostraron gustosos por este estreno, pese a que hubo quienes reafirmaron las diferencias entre la novela gráfica y esta adaptación.
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Este rechazo revela algo más profundo: un malestar con que una historia local, con una carga simbólica e histórica tan fuerte, se mantenga arraigada a su identidad original. En lugar de celebrarse como una oportunidad de mostrar al mundo una obra emblemática de la ciencia ficción argentina, parte del público pareció querer diluir esa identidad, exigiendo una versión "más neutra" o "internacional", como si ser argentino fuera un defecto.
El problema, entonces, no fue el elenco en sí, sino el prejuicio hacia su nacionalidad. Y eso habla más de quienes critican que de los actores involucrados.