Hablar de Dragon Ball es hablar de toda una era, del anime que marcó infancias, provocó peleas por ver quién era más fuerte, e inspiró a más de uno a gritar creyendo que podía convertirse en Super Saiyajin. Desde que Akira Toriyama creó este universo en 1984, millones de personas han seguido las aventuras del guerrero alienígena más noble y hambriento de la historia, viendo cómo se enfrentaba a dioses, androides, demonios, hechiceros y, por supuesto, lecciones de vida.
Y si hay algo tan icónico como Goku lanzando un Kamehameha, esas son las Esferas del Dragón. Ese místico conjunto de bolas naranjas con estrellas que todos hemos querido tener alguna vez para pedirle a Shenlong que regrese a nuestro personaje favorito. A lo largo de los años, las esferas han sido usadas para revivir a aliados caídos, reconstruir ciudades y resolver los desastres más absurdos de la galaxia. Pero entre tantos deseos pedidos, hay uno que Goku nunca hizo: traer de vuelta a su querido abuelo Gohan.
Por más triste que suene, Goku nunca lo revivió. ¿La razón? La respuesta llega en el episodio 76 del anime de Dragon Ball, titulado "La verdadera identidad del nombre enmascarado es…". En esta entrega, Goku participa en una prueba organizada por la Patrulla Galáctica, y ahí se enfrenta a varias figuras de su pasado, entre ellas, el espíritu de su abuelo Gohan.
Toei Animation
Es en ese momento donde por fin tenemos una respuesta clara: Gohan le dice que está feliz en el "otro mundo" y que no desea regresar a la vida, a lo que Goku, como el nieto respetuoso que es, decide no usar las Esferas del Dragón para revivirlo. Mientras Goku ha revivido a Krilin más veces que nunca y ha usado las esferas para cosas que van desde lo heroico hasta lo convenientes, nunca quiso ir en contra de la voluntad de su abuelo.
Este es un gesto que dice muchísimo del personaje que, a pesar de su inmenso poder, siempre actúa con humildad y un corazón más grande que su apetito. Su decisión también le da un toque especial a su vínculo: Goku nunca dejó de querer a su abuelo, pero entendió que el descanso eterno también es parte del ciclo de la vida.
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La historia también refleja el crecimiento del personaje. En sus primeras aventuras, Goku era inocente, impulsivo y apenas entendía la muerte. Pero a medida que creció, el joven guerrero aprendió el valor del sacrificio y el respeto por las decisiones de los demás, incluso si eso significaba no tener de vuelta a uno de los seres más importantes de su vida.