Mucho antes de que las comedias de acción dominaran la taquilla de Hollywood, existía una fórmula establecida para las películas policiacas: detectives duros, métodos violentos y un sistema judicial en crisis. En esa época, nombres como Clint Eastwood y Gene Hackman reinaban con cintas como Harry el sucio y Contacto en Francia. Sin embargo, en 1984, un joven comediante llamado Eddie Murphy irrumpió en la pantalla grande con una propuesta que lo cambiaría todo.
Un detective suelto en Hollywood, película que hoy puede verse en Paramount+ y en renta por Amazon Prime Video, parecía típica sobre el papel: un detective de Detroit que viaja a Beverly Hills para investigar el asesinato de su mejor amigo. Pero bajo la dirección de Martin Brest, el relato adquirió un tono irreverente y lleno de humor, gracias al carisma explosivo de Murphy. Su personaje, Axel Foley, rompió todos los esquemas del detective cinematográfico: informal, sarcástico, ingenioso y profundamente callejero, Foley contrastaba con el glamur superficial de la ciudad californiana.
Paramount Pictures
¿Por qué Sylvester Stallone rechazó esta irreverente comedia de acción?
Curiosamente, la película estuvo a punto de tomar un rumbo completamente diferente. El guion original, escrito por Danilo Bach y Daniel Petrie Jr., fue pensado como un thriller de acción pura, en la línea de lo que años después sería Cobra. De hecho, fue Sylvester Stallone quien originalmente iba a protagonizarla, moldeando el personaje a su estilo rudo y cargado de violencia. Pero tras diferencias creativas y problemas de presupuesto, Stallone abandonó el proyecto. Fue entonces que los productores Don Simpson y Jerry Bruckheimer pensaron en Eddie Murphy, una elección que cambiaría para siempre el destino del filme.
Murphy ya era una estrella en ascenso gracias a Saturday Night Live y éxitos como 48 Hrs. y De mendigo a millonario. Pero Un detective suelto en Hollywood fue la película que lo consolidó como protagonista absoluto. El guion se adaptó a su estilo, permitiéndole improvisar escenas memorables con un desparpajo pocas veces visto. Foley, con su camiseta, jeans y tenis Adidas, encajaba a la perfección como el outsider que se burla de los lujos absurdos de Beverly Hills mientras resuelve el crimen con una mezcla de astucia, humor y descaro.
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Una de las escenas más icónicas, la del hotel Royal Palm, ejemplifica el poder de Murphy como showman. Incapaz de pagar la estancia, Axel finge ser un periodista de Rolling Stone en una visita para entrevistar a Michael Jackson, soltando una hilarante y aguda crítica racial y social. Es allí donde se nota la influencia de Richard Pryor, aunque sin el temor interno: Foley no se disculpa ni se frena, simplemente avanza con una confianza arrasadora que convierte cualquier situación en un espectáculo.
Además de Murphy, la cinta brilla por sus secundarios. Judge Reinhold y John Ashton, como los detectives Rosewood y Taggart, aportan una dinámica cómica que evoluciona con el filme. Su química con Axel da pie a momentos brillantes como la escena del club de striptease, donde Foley detecta un robo en proceso y demuestra que, pese a su estilo poco ortodoxo, es un policía brillante. Juntos, los tres forman un trío entrañable que repetiría fórmula en futuras entregas.