A principios de los años 2000, el monopolio de la animación estaba a cargo de Disney. En ese entonces, la Casa del Ratón reinaba sin competencia con la fórmula de siempre, en la que personajes carismáticos y de ojos grandes vencían a villanos muy malos para tener su "felices para siempre" garantizado. Desde los inicios de la compañía, con Blancanieves y los siete enanos y La bella durmiente, hasta clásicos noventeros como La bella y la bestia, Aladdin o Mulán, el sello de Disney marcaba cómo debía ser la animación.
Pero justo cuando se pensaba que ya no había más ideas qué explorar, llegó una historia que reinventó el significado de "cuento de hadas". Un estudio con mucha menos exposición que Disney decidió llevar a la pantalla grande un proyecto con princesas, dragones y héroes valientes, pero con un giro inesperado e irreverente. A partir de entonces, nadie volvió a imaginar a personajes como el lobo feroz y de la misma anera.

Fue en 2001 cuando Shrek irrumpió en las salas de cine con una propuesta divertida y fresca. La cinta de Dreamworks creó un cuento de hadas con humor ácido y sátira que hacía referencias a la cultura popular y se burlaba de ella. Lo más novedoso es que el protagonista no era el típico galán de Disney con escupo y espada, sino un ogro verde y gruñón que no tenía aspiraciones de volverse un héroe ni salvar el mundo, pero que da una lección importante sobre cómo ser uno mismo.

Rápidamente, Shrek se convirtió en un fenómeno cultural, y no era para menos, ya que la cinta tomaba todos los clichés de los cuentos de Disney y se reía de ellos. Con Shrek, DreamWorks dejó claro que había mucho por explora más allá de Disney, volviéndose competencia seria en la escena de la animación. El género dejó de ser un territorio exclusivo de la Casa del Ratón y abrió puerta para incursionar con humor y creatividad.

Hoy, a 24 años de su estreno, Shrek sigue estando tan vigente como aquel día que lo vimos por primera vez. El paso del tiempo no ha hecho más que confirmar una y otra vez por qué la franquicia es una joya que ha ido acumulando más y más seguidores a lo largo de los años, convirtiéndose en un ícono generacional. Siendo perfecta para chicos y grandes, Shrek (y cualquiera de sus secuelas) es ideal para un maratón de fin de semana para reír, llorar y recargar pilas.
