La obra maestra de ciencia ficción donde el villano de la película convenció a Ridley Scott de cambiar el final
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Uno de los momentos más icónicos de una película de Ridley Scott no nació en la sala de guionistas, sino fue una improvisación de último minuto que terminó robándose el corazón de toda la historia.

Hablar de Ridley Scott es hablar de uno de los pesos más pesados del cine. El cineasta británico ha tocado casi todos los géneros, dejando huella como ninguno. Desde el suspenso espacial de Alien, el octavo pasajero , pasando por el drama épico de Gladiador y su secuela, hasta el poderoso relato de Thelma & Louise, el director ha logrado construir una filmografía que muchos sólo podrían soñar. Con su estilo visual, su capacidad para construir mundos y personajes inolvidables, y ese gusto por el detalle, lo han convertido en un referente indiscutible del séptimo arte.

Pero si hablamos de su legado en la ciencia ficción, hay una película que siempre aparece en cualquier conversación. Esta cinta que fue incomprendida en su estreno, pero que con el tiempo se convirtió en un clásico absoluto que todo cinéfilo conoce. Y lo más curioso es que uno de sus momentos más icónicos no nació en la sala de guionistas, ni fue parte del plan original: sino una improvisación de último minuto que, con toda la magia del cine, terminó robándose el corazón de toda la historia.

Blade Runner
Blade Runner
Fecha de estreno 11 de noviembre de 1982 | 1h 57min
Dirigida por Ridley Scott
Con Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young
Medios
4,3
Usuarios
3,0
Ver en Amazon Prime Video

Estamos hablando, por supuesto, de Blade Runner, un poema visual de 1982 que mezcló el noir con el futurismo decadente. A más de 40 años de su estreno, la cinta sigue siendo una obra de culto para los amantes del cine inteligente y deslumbrante. Nadie olvida esa ciudad lluviosa, llena de luces de neón y existencialismo, donde el protagonista Rick Deckard (interpretado por Harrison Ford) se enfrenta a una misión complicada: "retirar" a los replicantes, androides casi humanos que han decidido rebelarse contra su destino.

David Morcos

Y ahí es donde entra Roy Batty, el líder de esos replicantes, interpretado por el inolvidable Rutger Hauer. Lo que nadie se esperaba era que este personaje, el que se suponía era el antagonista, terminara robándose por completo la película. No solo por su presencia en pantalla, sino por un momento específico que se convirtió en leyenda: ese monólogo final que cierra la historia con una combinación de tristeza, belleza y humanidad pura.

Lo más loco de todo es que ese discurso no estaba completamente escrito como lo vimos en pantalla. La noche antes de filmar esa escena, Hauer decidió meter su propia mano, tomando partes del guion y añadiendo una frase que cambiaría el cine para siempre: "Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia". Una línea poética, simple, devastadora y completamente espontánea se robó todo.

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Ridley Scott, que es conocido por tener todo bajo control, quedó tan impresionado con lo que Hauer hizo que no solo lo dejó tal cual, sino que ese monólogo se volvió uno de los puntos más fuertes de Blade Runner. Quién diría que el "villano" se convertiría en el personaje más humano de todos, cuestionando lo que significa estar vivo, recordar, y hasta sentir miedo a la muerte, todo en medio de una escena que sigue poniendo la piel de gallina.

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