Puede que hoy el género western ya no esté en la cima de las preferencias como los superhéroes que vuelan, tiran rayos o tienen muchas películas como las nuevas versiones de Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos y Superman. Pero hubo una época dorada en la que los vaqueros, los duelos al amanecer y los caballos que galopaban por paisajes desérticos eran el centro del séptimo arte. De hecho, el western fue la base de muchas de las historias que hoy dominan Hollywood. Sin esos sombreros llenos de polvo, tal vez jamás habríamos tenido los arquetipos que todos aman de la gran pantalla.
Pero muchas décadas antes de que Quentin Tarantino trajera la pólvora de vuelta con Los 8 más odiados y Django sin cadenas, o que Martin Scorsese nos llevara al territorio de los nativos americanos con Los asesinos de la luna, ya existía una joya que no solo definió el western moderno, sino que es considerada por muchos como la mejor película del género de todos los tiempos. Y lo curioso es que no fue hecha en Texas ni en algún rincón perdido de Arizona, sino por un director italiano que decidió enseñarle al mundo cómo se hacía un verdadero wéstern.
Hablamos de Érase una vez en el Oeste, esa obra maestra dirigida por Sergio Leone en 1968 que no solo cambió las reglas del juego, sino que dejó una marca imborrable en la historia del cine. Pero antes de que la busques en una plataforma de streaming, debes saber que no está disponible en ninguna de ellas con tu suscripción, sin embargo, puedes alquilarla en Amazon Prime Video y Apple TV. Prepárate para sumergirte en uno de los westerns más influyentes y visualmente impresionantes que jamás han llegado a la gran pantalla.
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¿DE QUÉ TRATA 'ÉRASE UNA VEZ EN EL VIEJO OESTE'?
En una árida región del Viejo Oeste, una mujer llamada Jill, interpretada por Claudia Cardinale, llega con la ilusión de iniciar una nueva vida, sólo para encontrarse con una tragedia que cambiará su destino. En lugar de una familia, la recibe una escena devastadora: su esposo y los niños han sido brutalmente eliminados. Detrás de este crimen se encuentra Frank, un despiadado pistolero al servicio de Morton, un empresario ambicioso que ve en las tierras de Jill una oportunidad perfecta para expandir su imperio ferroviario.
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A esta historia se suma un hombre misterioso, conocido únicamente por el sonido de su armónica, encarnado por Charles Bronson. Reservado pero letal, este personaje tiene cuentas pendientes con Frank desde su infancia, cuando fue forzado a presenciar un acto atroz que lo marcó de por vida. También aparece Cheyenne, interpretado por Jason Robards, un bandido con fama temible que ha sido injustamente señalado por crímenes que no cometió, resultado de los turbios manejos de Frank.