En la década de los noventa, si querías ver una película auténtica sobre el fin del mundo, no había mejor opción que Armagedón. Dirigida por el siempre innovador Michael Bay, la cinta nos llevó directo al borde del apocalipsis con una historia tan absurda como entretenida: un meteorito gigante se dirigía directo a la Tierra, y la única solución viable era mandar a Bruce Willis, Ben Affleck y su equipo al espacio para volarlo en mil pedazos. Entre explosiones, drama, romance y una canción inolvidable de Aerosmith, Armagedón se transformó en la película del fin del mundo por excelencia.
Y aunque Armagedón jamás pretendió ser precisa en términos científicos, la cinta se convirtió en un clásico del cine de desastres espaciales, siendo de historias que definieron el género. Sin embargo, como en todo, los años pasaron, y como suele ocurrir, la película fue perdiendo fuerza respecto a obras más modernas, haciéndola parecer vieja. Con el tiempo, otras producciones han intentado replicar la misma fórmula de que algo enorme viene del espacio a destruir, pero pocas han dejado una huella tan peculiar como esta película de 2020.
La película que hizo que Armagedón se viera anticuada es Moonfall: Impacto lunar, una historia que llevó la ciencia ficción al límite de lo increíble. Esta cinta ha sido votada por muchos como el proyecto de ciencia ficción más irreal de todos los tiempos. Y si aún no la has visto, puedes encontrarla en HBO Max para comprobarlo por ti mismo.
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Moonfall estuvo dirigida por Roland Emmerich, el mismo cineasta que ya tenía experiencia en apocalipsis gracias a Día de la independencia y 2012. La premisa es simple, absurda y completamente inverosímil: la Luna ha cambiado su órbita y comienza a acercarse hacia la Tierra. Pero eso no es todo, ya que en el satélite se encuentra una inquietante verdad que podría cambiar a la humanidad para siempre.
El elenco está encabezado por Halle Berry, Patrick Wilson y John Bradley, quienes interpretan a un grupo improbable de héroes que deben descubrir qué demonios le pasa a la Luna antes de que aplaste a todos como cucarachas. Lo que sigue es una avalancha de escenas alocadas, diálogos épicos, teorías sin sustento y efectos especiales que solo podría salir de la mente de alguien que se especializa en destruir el mundo cada vez que puede.
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Si bien no es nada realista, es precisamente ahí donde está el chiste. Moonfall no finge ser científica, ni se molesta en explicar muchas cosas, sino sólo se enfoca en una cosa: entretener. Esta película es perfecta si tienes ganas de apagar tu cerebro, comerte un bote entero de palomitas y ver cómo la lógica desaparece en el espacio exterior.
