“Nunca la he olvidado”: la primera escena de una película que realmente traumatizó a Stephen King
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Antes de convertirse en el maestro del terror, Stephen King quedó marcado por una escena que lo dejó helado. Décadas después, aún recuerda con claridad esa imagen que lo traumatizó y lo acompañó durante toda su carrera.

Incluso los grandes maestros del terror tienen sus propios miedos ocultos. Aunque Stephen King ha pasado más de medio siglo causando escalofríos a millones de lectores con obras como Cujo y Cementerio maldito, hubo una escena de su adolescencia que logró helar la sangre. Una imagen en particular, proyectada en una pantalla de cine a principios de los años sesenta, quedó grabada en su memoria para siempre. No fue un monstruo clásico ni una historia moderna: fue una secuencia fílmica tan inquietante como inolvidable.

Desde Carrie hasta En la hierba alta, pasando por El resplandor, King ha creado todo tipo de horrores: monstruos físicos y mentales, criaturas salidas de los rincones más oscuros de la imaginación humana y entidades que trascienden la lógica. Es por eso que resulta tan revelador saber qué escena fue la que, según él mismo, lo traumatizó en su juventud. Y no se trata de una película actual o de un filme particularmente sangriento: fue una obra de bajo presupuesto dirigida por un especialista en hacer mucho con muy poco.

Eso
Eso
Fecha de estreno 18 de noviembre de 1990 | 3h 12min
Dirigida por Tommy Lee Wallace
Con Tim Curry, Harry Anderson, Dennis Christopher
Medios
2,9
Usuarios
3,0
Ver en HBO MAX

La escena que aterrorizó a Stephen King antes de escribir su primer libro

La escena que marcó al creador de Eso pertenece a The Pit and the Pendulum, adaptación libre de la obra de Edgar Allan Poe, dirigida en 1961 por Roger Corman. Corman fue uno de los grandes artesanos del cine de terror serie B, capaz de transformar unos cuantos centavos en éxitos cinematográficos. Durante cuatro años, produjo una serie de adaptaciones góticas con Vincent Price como protagonista, convirtiéndose en una referencia obligada del terror clásico estadounidense.

Alta Vista Productions

Según King, fue esta película la que más lo impactó, incluso más que otras del mismo género o de la misma época. En su libro Mientras escribo, relata cómo la vio junto a su amigo de la infancia Chris Chesley, y cómo ambos quedaron paralizados por una escena en particular. Aunque The Pit and the Pendulum tenía todos los ingredientes típicos del horror gótico (castillos sombríos, tumbas, secretos familiares), la forma en que estaban combinados generaba una experiencia única, perturbadora y elegante al mismo tiempo.

El momento que lo marcó ocurre cuando el personaje de John Kerr rompe una pared del castillo y descubre el cadáver de su hermana, claramente enterrada viva. Esa imagen, con la boca congelada en un grito eterno, impactó profundamente al joven King. No fue el susto fácil ni el sobresalto momentáneo, sino la brutal revelación de una muerte injusta, silenciosa y aterradora lo que lo dejó sin aliento.

Alta Vista Productions

Pero lo que realmente selló el trauma fue la manera en que estaba filmada la escena: un primer plano del rostro de la mujer, distorsionado por una lente especial y bañado por una luz roja, creando un efecto de grito silente que, según King, jamás ha logrado olvidar. Para él, esa imagen encapsula el poder del cine de terror cuando logra tocar una fibra sensible. Puede parecer inocua hoy en día, pero para un adolescente de los años sesenta, fue pura pesadilla visual.

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