No sabemos exactamente por qué, pero hay algo en las películas sobre el fin del mundo que simplemente nos encanta. Tal vez es la adrenalina, los efectos especiales, o quizás la emoción de ver cómo los personajes hacen lo imposible para sobrevivir en medio del caos. Desde El día después de mañana con su helada apocalíptica, hasta Día de la independencia con alienígenas destruyendo ciudades, o incluso El planeta de los simios donde la civilización humana se va a pique contra otros primates, el cine ha sabido capturar ese sentimiento de correr por tu vida.
Sin embargo, no todo son zombies como en Guerra Mundial Z ni virus como la rabia como en Exterminio. Más allá de todo eso, hay una joya del cine de desastres que merece su lugar en el podio de los grandes cataclismos cinematográficos, y que muchos han olvidado a la hora de hacer su maratón apocalíptico. Esta es una película tan intensa como entretenida, que logra combinar acción, drama, lava y una buena dosis de heroísmo, y aunque no es tan actual y lleva casi 30 años de haberse estrenado, sigue causado terror.
La cinta de la que hablamos es Volcano, una producción de antaño que llegó a los cines en 1997 y que, con todo y que pasaron casi tres décadas, sigue tan ardiente como el primer día. Esta película pone de manifiesto algo casi imposible de suceder: un volcán decide aparecer en pleno centro de Los Ángeles como si fuera algo normal, y de pronto todo el mundo está corriendo entre fuego, cenizas y lava derritiendo autos y todo a su paso.
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Dirigida por Mick Jackson y protagonizada por Tommy Lee Jones, Volcano toma un escenario urbano común y corriente y lo convierte en un auténtico infierno. El caos comienza cuando una erupción subterránea sorprende a todos y convierte las tranquilas calles californianas en ríos de lava que avanzan sin piedad. Es ahí cuando entra en acción Mike Roark, el personaje de Jones, quien trabaja en la Oficina de Manejo de Emergencias de la ciudad y tiene que tomar decisiones que podrían salvar o destruir miles de vidas.
Sin lugar a dudas, uno de los puntos más interesantes de la película es cómo se convierte, casi sin querer, en una especie de manual de emergencia. Mike Roark y su equipo se las ingenian para frenar el avance de la lava utilizando todo lo que tienen a mano: muros de concreto, canales de drenaje, y hasta edificios enteros. Todo esto mientras se enfrentan a decisiones morales, como a quién salvar y a quién dejar atrás. Porque sí, aquí no todo es blanco y negro, y los dilemas humanos también arden.
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Y si bien en su momento Volcano no fue un fenómeno taquillero como otros títulos del mismo género, con los años ha ganado el estatus de película de culto. Es de esas que ves por accidente en la televisión un domingo por la tarde y terminas atrapado hasta los créditos. Y ahora gracias a Disney+, puedes verla cuando tengas antojo de una buena dosis de caos controlado con sabor a clásico de los noventa.