Hablar de El Señor de los Anillos es sinónimo de hablar de la trilogía cinematográfica de Peter Jackson, que fue el mejor acierto de New Line Cinema y se convirtió en una oda a la fantasía y obra de J.R.R. Tolkien. Y es que si bien han pasado más de 20 años del estreno de la primera de estas películas, hasta la fecha siguen siendo un referente obligado de la cultura pop, y un gran ejemplo de todo lo que está bien hecho en el cine. Por lo tanto, sobran momentos atractivos dentro de la cinta, que se han vuelto inolvidables frente al paso del tiempo, convirtiéndose en acompañantes de nuestro día a día.
Y entre estos está el del cruce de la montaña de Caradhras, que bien podría asemejarse a un transbordo en el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México en temporada de lluvias, cuando todos los personajes caminan con dificultad a través de la nieve profunda excepto Legolas, el habilidoso elfo del Bosque Negro interpretado por Orlando Bloom.
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Dicha escena, que aparece en los libros y Peter Jackson adaptó a la perfección, ha sido motivo de interés para decenas de fans durante años por lo fácil que es para el elfo caminar en el hielo y no, la explicación no es un error de continuidad, ni un capricho visual sino que tiene bases en el folclore élfico creado por Tolkien.
Y es que en el universo del legendario autor, los elfos no solo son longevos y sabios, sino que poseen una ligereza espiritual y física que los distingue del resto de las razas de la Tierra Media.
Según se describe en los apéndices y textos complementarios -como El Silmarillion-, los elfos están profundamente conectados con la naturaleza y poseen un control refinado sobre su cuerpo. Esta conexión les permite moverse con gracia, silencio y ligereza, incluso en terrenos hostiles. En palabras del propio Tolkien, los elfos "pueden caminar sobre la nieve sin dejar huella y sin hundirse", lo que refuerza la idea de que Legolas no es solo ágil sino que está construido con una esencia distinta a la de los humanos o los enanos.
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Esta característica también simboliza el contraste entre razas, ya que mientras Gimli se hunde con dificultad, Legolas se mueve con soltura, recordándonos que los elfos pertenecen a un plano casi etéreo, donde la materia no los sujeta como a los mortales. En términos narrativos, es una forma de representar que su paso por el mundo es más ligero y menos atado al peso de lo terrenal.
Así que no, no es magia ni truco de cámara: es Tolkien mostrándonos que, en su mundo, hasta la nieve reconoce la ligereza de un elfo.