Hay películas que simplemente se sienten como un abrazo: te hacen soñar con la pareja ideal, una casa con jardín, el trabajo de tus sueños o una vida llena de aventuras. Algunas te inspiran a luchar por tus metas, como En busca de la felicidad con Will Smith. Otras te pintan el romance más perfecto del universo, como Diario de una pasión. Y claro, están las que te llevan directo a la fantasía, como Harry Potter, Las Crónicas de Narnia o La La Land, donde todo es posible y el soundtrack nunca deja de sonar.
Pero de vez en cuando, aparece una película que no sólo te inspira, sino que te sacude por completo. Una que hace que mires tu vida con otros ojos y te preguntes si estás donde realmente quieres estar. Y no porque tu rutina sea mala, sino porque hay una voz interna que empieza a gritarte cada vez con más fuerza que te dice que es momento de hacer algo diferente.
La realidad es que esta cinta existe, y no sólo te va a dar ganas de cambiar de look o dejar el celular por un rato, sino que te llevará va más allá: te va a empujar a hacer maletas, buscar vuelos baratos sin saber a dónde ir, y abrir Google Maps sólo para suspirar frente a fotos de Indonesia, India o Italia. Se trata de Comer, rezar, amar, protagonizada por la única e inigualable Julia Roberts.
Screen Rant
Basada en el bestseller de Elizabeth Gilbert, esta historia es el equivalente a un reset emocional con vista al mar. Julia Roberts interpreta a Liz, una mujer que, desde fuera, parece tenerlo todo: un esposo, una casa bonita y una carrera estable. Pero por dentro, algo no cuadra y un día, así sin más, decide que es momento de hacer una pausa y redescubrir quién es, sin las etiquetas, sin la rutina, sin las expectativas ajenas.
Lo que hace Liz es lanzarse a un viaje de un año por tres países. Uno para cada verbo del título de la película. En Italia, se da permiso de disfrutar la vida sin culpas. En India, se sumerge en la espiritualidad, entre rezos, silencios y autodescubrimientos. Y en Bali, Indonesia, el corazón vuelve a latir, pero esta vez sin ansiedad, sólo con amor real.
Screen Rant
La magia de esta película no está solo en sus paisajes, que sí, son absolutamente espectaculares. Lo poderoso es el mensaje que deja: no necesitas tener todo bajo control, no estás obligado a seguir el camino tradicional, y nunca es tarde para reinventarte. No es que tengas que dejar tu trabajo y desaparecer durante un año, pero sí es una invitación a hacer pausas, a escucharte y a darte prioridad.
Lo mejor es que esta película no tiene fecha de caducidad. No importa si la viste en su estreno en 2010 o si apenas te la vas a aventar este fin de semana en streaming: el efecto es el mismo. Terminas con la necesidad urgente de vivir más ligero, de hacer cosas solo por placer y de confiar en que hay belleza en soltar lo que ya no hace sentido.