En poco más de dos décadas, Netflix pasó de ser un servicio de alquiler de DVD por correo a convertirse en un gigante del entretenimiento que compite de tú a tú con los grandes estudios de Hollywood. Su catálogo se ha fortalecido con producciones originales capaces de desafiar las ventanas de distribución tradicionales y atraer a talentos de primer nivel como Martin Scorsese con El irlandés, Alfonso Cuarón con Roma y más recientemente Guillermo del Toro con su esperada versión de Frankenstein.
El olvidado thriller de ciencia ficción en Netflix que merece ser redescubierto
Sin embargo, la plataforma tiene la costumbre de adquirir joyas independientes para luego dejarlas pasar desapercibidas. Ese fue el caso de The Discovery, un drama de ciencia ficción que, pese a recibir buenas críticas en Sundance 2017, continúa siendo una de las películas más infravaloradas del catálogo.
Dirigida y escrita por Charlie McDowell, responsable de la comedia romántica surrealista The One I Love y la sátira Windfall, The Discovery explora dilemas éticos y emocionales a partir de premisas aparentemente simples. Aquí, McDowell reflexiona sobre la aceptación de la muerte, la responsabilidad de la ciencia y los vínculos entre padres e hijos, con un concepto del más allá tan intrigante como perturbador. Las interpretaciones de Robert Redford y Jason Segel sostienen gran parte de su fuerza narrativa.
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La historia se sitúa en un futuro cercano donde el científico Thomas Harbour (Redford) ha demostrado la existencia del más allá. Lo que comenzó como una investigación con fines nobles desató consecuencias devastadoras: una ola mundial de suicidios. Retirado en una isla con su hijo Toby (Jesse Plemons), Thomas continúa sus estudios, mientras que Will (Segel), su otro hijo y más escéptico, lo visita. En el trayecto, Will conoce a Isla (Rooney Mara), una mujer marcada por la pérdida, con quien entabla un vínculo que pronto se convierte en algo más profundo.
El guion evita sobreexplicar el contexto y se concentra en las implicaciones morales del hallazgo. Nunca se detalla cómo Thomas probó su teoría, pero sí se explora el peso que carga por no haber previsto el impacto social de su descubrimiento. Irónicamente, mientras afirma comprender lo que hay después de la muerte, no logra convencer a la gente de que vale la pena seguir viviendo. Esta tensión se refleja en su conflictiva relación con Will, marcada por resentimientos y malentendidos.
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Como buena ciencia ficción reflexiva, The Discovery deja espacio a la interpretación. Los recuerdos y visiones de Isla y Will pueden verse como recuerdos reales o como manifestaciones del más allá. El filme plantea la posibilidad de que la muerte ofrezca una “segunda oportunidad” para corregir decisiones pasadas, aunque sin conservar memoria de vidas anteriores. Esto abre preguntas inquietantes sobre cuántas veces han ocurrido los mismos eventos.
Aunque toca temas como la fe, la confianza en la ciencia y la figura mesiánica de Thomas, lo más poderoso es el drama familiar. Redford impone autoridad como un sabio venerado, mientras Segel aporta vulnerabilidad en un rol más serio de lo habitual para él. El resultado es un filme íntimo, sin grandes escenas de acción, que apuesta por preguntas profundas sobre la vida y el sentido de nuestras elecciones.