El cine tiene una habilidad extraordinaria para disfrazar lecciones de vida con romance, lágrimas y hasta carcajadas. Hay películas que, más allá de contarnos una historia de pareja, nos hacen pensar en cómo funciona nuestra mente cuando el corazón se involucra también. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos explora lo que significa borrar el pasado, Los juegos del destino habla de sanar después de un quiebre, e Historia de un matrimonio disecciona la ruptura de una pareja que pensó que estarían juntos para siempre. Todas tienen en común que no son sólo dramas románticos: también son un espejo de lo que nos pasa emocionalmente.
Dentro de ese grupo de cintas que mezclan amor y psicología hay una que, a primera vista, parece otra comedia romántica ligera, con música indie y diálogos encantadores. Sin embargo, lo que realmente nos muestra es cómo los vínculos afectivos se entrelazan con nuestras percepciones, ilusiones y hasta con los estilos de apego que llevamos desde la infancia. Si bien esta película se vende como romance, en el fondo es casi como sentarte en una clase de psicología moderna.
Se trata de 500 días con ella, esa producción que desde su estreno en 2009 se volvió un fenómeno cultural porque todos vimos en ella un pedazo de nuestras propias historias. Y es que, aunque tiene formato de comedia romántica, la cinta de Marc Webb va mucho más allá: es un retrato de cómo el amor no siempre es correspondido, de cómo idealizamos a las personas y de por qué nos rompemos en el proceso.
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La trama sigue a Tom (Joseph Gordon-Levitt), un joven que cree en la idea del amor absoluto, casi como sacado de una canción de The Smiths. Él conoce a Summer (Zooey Deschanel), una chica carismática y libre, que desde el inicio deja claro que no está interesada en una relación seria. Lo interesante es que Tom escucha lo que quiere escuchar, ignora las señales y termina construyendo una idea de Summer que poco tiene que ver con la realidad.
Aquí entra la parte "psicológica": la película muestra cómo las expectativas y la forma en que interpretamos las acciones de los demás moldean nuestras emociones. No es la historia de un amor fallido cualquiera, sino un ejemplo perfecto de cómo el apego ansioso y la necesidad de aferrarse a una fantasía pueden cegarnos por completo.
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Uno de los grandes aciertos de la película es su estructura. No cuenta los hechos en orden, sino que salta de un día feliz al peor momento y de ahí a otro recuerdo dulce, como si estuviéramos revisando la memoria de Tom. Ese estilo refuerza la idea de que cuando pensamos en una relación pasada no lo hacemos de forma cronológica, sino emocional.
Hoy en día, muchos psicólogos y especialistas en relaciones usan la película como ejemplo para hablar de temas como los estilos de apego, la idealización en las relaciones y la importancia de escuchar y entender realmente al otro. Y aunque han pasado más de diez años desde su estreno y 500 días con ella sigue siendo objeto de debate, con algunos defendiendo a Summer, y otros creyendo que Tom fue la víctima. La cinta está disponible en Disney+.