Cuando pensamos en Disney, lo primero que viene a la cabeza son clásicos que marcaron generaciones. De los cuentos de hadas como Blancanieves o La sirenita, hasta los éxitos de Pixar como Toy Story o Monsters, Inc.. Pero si algo ha ocurrido en las últimas décadas es que otras obras como Pinocho de Guillermo del Toro, o El niño y la garza de Hayao Miyazaki, han demostrado que hay historias que van más allá de las princesas y de los juguetes que hablan y se mueven cuando no hay nadie.
Lo que quizá pocos saben es que más allá de Disney, existe una joya japonesa que ha sido catalogada como una de las películas animadas más bellas de los últimos tiempos. Esta es una cinta que no sólo ha sido aplaudida en su país de origen, sino que también conquistó audiencias de todo el mundo gracias a su sensibilidad, animación impecable y una historia que mezcla lo fantástico con lo humano.
MAKOTO SHINKAI, EL HEREDERO ESPIRITUAL DE HAYAO MIYAZAKI
Para quienes no ubiquen de inmediato a Suzume, esta conmovedora historia proviene de Makoto Shinkai es el mismo director que nos trajo Your Name y El tiempo contigo. Con estas películas se ganó la reputación de ser el heredero espiritual de Hayao Miyazaki, no porque imite su estilo, sino porque ha logrado crear historias animadas que emocionan y conectan con el público a nivel mundial.
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La trama sigue a Suzume, una adolescente que un día se encuentra con un misterioso joven buscando una puerta en ruinas. Al abrirla, desencadena una serie de sucesos sobrenaturales que ponen en peligro al mundo. A partir de ahí, la protagonista emprende un viaje para cerrar portales mágicos repartidos por todo Japón, mientras enfrenta su propia historia personal marcada por la pérdida y el duelo.
UN POEMA VISUAL
Si algo distingue a esta película es su elemento visual. Cada fotograma parece sacado de una pintura: paisajes vibrantes, cielos infinitos, ciudades llenas de vida y escenarios naturales que transmiten calma y melancolía al mismo tiempo. Si bien Disney y Pixar tienen animaciones impecables, la realidad es que Suzume tiene algo distinto: no sólo busca deslumbrar con tecnología, sino emocionar a través de la belleza cotidiana.
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Y más allá de la fantasía, Suzume es también un relato profundamente humano. La protagonista lidia con la ausencia de su madre y con el dolor que dejó una tragedia en su infancia. Este trasfondo convierte la historia en una metáfora poderosa sobre cómo sanar heridas emocionales y cómo las cicatrices pueden transformarse en fuerza.
Si pensabas que Disney sólo tenía animales que hablan, superhéroes y clásicos familiares, Suzume llega para demostrar lo contrario. Es una película japonesa que mezcla aventura, romance, fantasía y una sensibilidad única que pocos estudios occidentales logran alcanzar. Así que si buscas algo distinto, que te haga reflexionar y al mismo tiempo te deje con la boca abierta por su belleza visual, dale reproducir a Suzume en Netflix.