En el mundo del anime y el manga, nada nace de la nada. Cada obra que hoy consideramos un fenómeno tiene raíces en historias pasadas que marcaron a sus creadores. Solo basta ver cómo Dragon Ball influyó en prácticamente toda una generación, desde Naruto hasta My Hero Academia, o cómo One Piece sigue inspirando a nuevas series de aventuras llenas de personajes carismáticos y combates imposibles. La historia del shonen es, en realidad, una cadena de referencias y homenajes que se pasan como antorchas de una década a otra.
Con Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba, la cosa no podía ser diferente. El manga de Koyoharu Gotouge se convirtió en uno de los títulos más exitosos de los últimos años, con récords de ventas, una adaptación al anime que arrasó en todo el planeta y películas que han roto marcas en taquilla. Muchos pensaron que, como otros shonen, su mayor influencia debía ser Dragon Ball o One Piece, los titanes del género, pero la realidad es que Gotouge confesó que sus fuentes de inspiración eran otras.
Una mezcla explosiva de influencias
El autor reveló que las obras que lo motivaron a crear Demon Slayer fueron tres clásicos modernos: Jojo’s Bizarre Adventure, Naruto y Bleach. Aunque no son ni Akira Toriyama ni Eiichiro Oda, si uno lo piensa, tiene todo el sentido. Jojo’s Bizarre Adventure es famoso por su estilo extravagante y batallas donde los poderes son también de estrategia. Esa manera de plantear enfrentamientos inteligentes se puede ver reflejada en Demon Slayer, donde los cazadores de demonios enfrentan criaturas con habilidades muy peculiares y deben usar tanto la cabeza como la espada para salir vivos.
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Por otro lado, Naruto aportó esa conexión emocional con los personajes. Las historias de Tanjiro, Nezuko y los demás cazadores no se limitan a la lucha contra los demonios: hay trasfondos trágicos, lazos de amistad y temas de perseverancia que recuerdan mucho al camino ninja de Naruto y compañía.
Y claro, Bleach no podía faltar en la lista. El manga de Tite Kubo es célebre por sus combates estilizados, la presencia de espadas y la mezcla de lo sobrenatural con lo humano. Es imposible no ver un eco de eso en el sistema de respiraciones de Demon Slayer y en la estética de sus peleas, que parecen coreografías visualmente espectaculares.
Demon Slayer: el fenómeno inesperado
Aunque hoy parezca lógico, cuando el manga se publicó en 2016, nadie imaginaba que terminaría siendo un boom mundial. Al principio, Demon Slayer tenía ventas modestas y pasaba relativamente desapercibido dentro de la revista Weekly Shonen Jump, donde competía con gigantes. Fue hasta la llegada del anime, producido por Ufotable en 2019, que la obra explotó.
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La animación, con colores vibrantes y escenas de acción que parecían cuadros en movimiento, llevó la historia a otro nivel. Y ahí, las influencias de Jojo, Naruto y Bleach se mezclaron con el estilo único de Gotouge para dar vida a algo completamente nuevo.
Hoy, con el anime avanzando hacia su clímax y la historia del manga ya cerrada, queda claro que Demon Slayer ya ocupa un lugar dentro de la historia del shonen. Lo mismo que ocurrió con Dragon Ball o Naruto en su momento: inspirar a una nueva generación de autores que seguramente en el futuro hablarán de cómo Tanjiro y Nezuko fueron parte de lo que los empujó a crear.