Hablar de Steven Seagal es hablar de una figura que, durante los 80 y 90, al igual que Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, se convirtió en sinónimo de cine de acción. Su sola presencia garantizaba peleas espectaculares, persecuciones explosivas y ese estilo tan particular que lo hizo famoso. Sin embargo, lo que pocos saben es que trabajar con él no siempre fue una experiencia sencilla. Y para un director en específico, la colaboración con Seagal fue tan complicada que casi le cuesta su carrera en Hollywood.
El caso ocurrió en 2005, cuando un cineasta tenía entre manos un proyecto ambicioso: una película que mezclara acción, ciencia ficción y terror. La idea sonaba atractiva, casi como un cruce entre El Submarino y La cosa del otro mundo, con todo el potencial para atrapar a los fanáticos de ambos géneros. Pero había un detalle que nadie imaginó que se volvería un obstáculo gigante: el protagonista sería Steven Seagal.
Una película con potencial que nunca fue lo que debía
Anthony Hickox relató en una entrevista a Dread Central que desde el inicio fue una experiencia caótica, al grado de describirla como una auténtica "pesadilla". El título de la cinta era Submerged o Alerta submarina en algunos países. La trama proponía un grupo de mercenarios en un submarino enfrentándose a experimentos científicos fuera de control, algo que prometía tensión, claustrofobia y giros aterradores. En papel, tenía todo para convertirse en un éxito de culto.
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Pero el entusiasmo no duró mucho. Seagal, que ya había construido su propia reputación como estrella de acción, comenzó a imponer cambios que chocaban con la visión original de Hickox. El guion se fue modificando hasta alejarse por completo de lo que el director había concebido. Lo que empezó como una mezcla intrigante de ciencia ficción y terror terminó convertido en una película de acción genérica, muy alejada de lo que se había prometido.
Steven Seagal, el gran problema
Según contó Hickox, el actor no solo se resistía a seguir el guion, sino que constantemente exigía cambios drásticos en la historia. Seagal era poco fiable, se negaba a recitar diálogos y rara vez aparecía en el set. "Era una pesadilla. Era imposible", reflexionó el director.
Tras la experiencia tan devastadora, Hickox se tomó un descanso de varios años por primera vez en su carrera. Hasta entonces, había hecho 17 películas en 17 años, pero después de Submerged, solo logró cuatro proyectos más en los 14 años siguientes.
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El resultado final de Submerged dejó mucho que desear. La cinta pasó desapercibida, recibió malas críticas y terminó siendo una de esas películas que casi nadie recuerda dentro de la filmografía de Seagal. Para Hickox, la decepción fue mucho mayor: el proyecto, que en un inicio parecía la oportunidad de darle un giro fresco a su carrera, terminó convirtiéndose en un lastre que lo dejó marcado en la industria.