El verano en que me enamoré fue una de esas series que atraparon a los fans desde el primer capítulo. Amor juvenil, triángulos imposibles, playas soleadas y una buena dosis de drama familiar fueron la receta perfecta para enganchar a millones de espectadores. Con cada temporada, la historia de Belly, Conrad y Jeremiah fue creciendo en intensidad hasta llegar a un desenlace que muchos esperaban con nervios y expectativa.
El último episodio llegó cargado de emociones y con la promesa de responder a la pregunta que estaba desde el inicio de la serie: ¿con quién se quedará Belly? Muchos se cuestionaban si el elegido sería Jeremiah, su roca en los momentos más duros, o si volvería con Conrad, ese amor que siempre ha estado rondando su corazón.
Un reencuentro con chispas
La respuesta llega en el capítulo 11, titulado "Dos americanos en París". Aquí es donde todo cambia. Conrad (Christopher Briney) aparece en la capital francesa con la bendición de su hermano, dispuesto a recuperar a Belly (Lola Tung). Para ella, que ha rehecho su vida en Europa, la sorpresa es enorme. Aunque ya no está con Benito (Fernando Cattori), su estilo, su corte de cabello y hasta su actitud muestran que Belly ya no es la misma chica insegura de antes.
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La tensión entre Conrad y Belly se siente desde que coinciden en la fiesta previa a su cumpleaños. Entre miradas, recuerdos y una canción especial de fondo, ambos terminan compartiendo la cama. Esa noche Conrad se sincera: nunca dejó de amarla. Su confesión, sin embargo, no provoca la reacción inmediata que él esperaba ya que Belly todavía duda.
Y es que, aunque lo amaba desde niña, la relación siempre estuvo llena de idas y vueltas. Tras la muerte de Susannah, Belly encontró en Jeremiah no solo apoyo, sino un refugio. Su relación con Conrad siempre fue intensa, pero también caótica. Así que, por más que lo desee, ella se pregunta si ese amor es auténtico o simplemente la fuerza del destino empujándola en esa dirección.
La decisión de Belly
Durante su tiempo en París, Belly se enfrentó a sí misma. Lejos de su familia, de los Fisher y de los recuerdos del verano en Cousins, tuvo espacio para pensar. Y aunque cambió, en un momento de claridad se da cuenta de algo fundamental: sigue siendo la chica que se enamoró perdidamente de Conrad.
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Conrad, decepcionado, planea regresar a Bruselas sin esperar nada más. Pero Belly lo alcanza en la estación de tren y, en una escena de esas que parecen sacadas de un romance clásico, le declara que todavía lo ama. El cliché funciona, y funciona bien: fans de todo el mundo lo esperaban desde hace años, y el momento finalmente llegó.
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Un año después, volvemos a verlos juntos. Belly regresa a Cousins con su novio Conrad. No hay boda, como sucede en las novelas de Jenny Han, pero sí un paseo lleno de ternura en la famosa casa de verano donde nació su historia. Es una conclusión romántica y, al mismo tiempo, más realista que la versión literaria.
¿Un cierre con sabor agridulce?
El final sin duda dividió a la audiencia. Para los que siempre apostaron por Belly y Conrad, la serie les entregó la recompensa que esperaban. Para quienes preferían a Jeremiah, queda la sensación de que su historia merecía un poco más. Pero, a pesar de la polémica, la serie cerró con una nota positiva, dejando a sus personajes listos para el futuro.
