La obra maestra del cine de espías que Quentin Tarantino casi dirige (y que hoy es un clásico)
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

¿Cómo habría sido este legendario personaje a cargo de Quentin Tarantino? Nunca lo sabremos, pero en el fondo, tal vez fue mejor así.

Hablar de Quentin Tarantino es hablar de un director con un sello propio e irrepetible. Su estilo, marcado por diálogos afilados, violencia estilizada y un sentido del humor muy particular, lo convirtieron en uno de los cineastas más influyentes de las últimas tres décadas. Desde Perros de Reserva hasta Érase una vez en Hollywood, sin olvidar Pulp Fiction, cada proyecto suyo genera debates, aplausos y polémica. Tarantino no sólo dirige películas, crea experiencias que se quedan en la cultura popular.

Lo curioso es que, a pesar de su enorme trayectoria, hubo un proyecto que pasó de largo para él. Y no fue cualquier cosa: se trataba de la posibilidad de poner su firma en una de las franquicias más importantes de la historia del cine. Por un segundo, este universo de espías se habría transformado con escenas repletas de acción pero con ese toque tarantinesco que tanto se distingue.

La propuesta de Tarantino que nunca fue

A principios de los 2000, Tarantino mostró un gran interés por dirigir Casino Royale, nada menos que la película que reinició el universo de James Bond con Daniel Craig en el papel del agente 007. Finalmente, el destino no lo eligió a él, sino a Martin Campbell, quien entregó una de las películas más aclamadas de toda la saga.

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Quentin Tarantino siempre había dicho que le atraía la idea de dirigir un Bond porque quería regresar a las raíces literarias del personaje. En su versión soñada, Casino Royale habría sido una historia mucho más cruda, con violencia explícita, diálogos cargados de ironía y, sobre todo, un tono alejado del glamour excesivo que dominaba la franquicia en esa época.

"Después de 'Pulp Fiction', quise hacer mi propia versión de la cinta. Se habría situado en los años 60 y no habría tenido relación con el resto de la franquicia de James Bond", reveló Tarantino durante la entrevista. La idea de Tarantino sonaba demasiado radical y, sobre todo, demasiado difícil de vender como una película de gran presupuesto que atrajera al público general. El resultado fue que nunca llegó a dirigirla.

El impacto en la franquicia

Lo interesante es que, aunque Tarantino no estuvo involucrado, Casino Royale terminó tomando parte de esa visión más oscura y realista. Con Martin Campbell en la dirección y Daniel Craig en su debut como 007, la película se convirtió en un reinicio total de la saga.

Lejos del Bond elegante que solía resolverlo todo con gadgets y frases ingeniosas, Craig nos presentó a un agente recién ascendido al estatus "00", brutal, impulsivo y con cicatrices emocionales. La trama giraba en torno a un torneo de póker de alto riesgo donde Bond debía enfrentar a Le Chiffre (Mads Mikkelsen), un villano que se volvió tan memorable como el propio protagonista.

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Y sin esperarlo, la película se atrevió a mostrar a un Bond más humano: recibía golpes, sufría derrotas y hasta se enamoraba de verdad de Vesper Lynd (Eva Green), lo que dejaba secuelas emocionales que arrastraría durante toda su saga. Todo esto hizo que Casino Royale no sólo fue un éxito de taquilla, recaudando más de 600 millones de dólares, sino que también convenció a la crítica de que Bond aún tenía mucho que ofrecer.

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Aunque Tarantino no la dirigió, el espíritu de lo que él había imaginado, con un un Bond más cercano al material original, más serio y vulnerable, terminó colándose en la versión final de Campbell y Craig.

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