Desde su papel en La chica del dragón tatuado, donde encarnó a la inolvidable Lisbeth Salander, hasta la sutileza en Carol, pasando por títulos como Historia de fantasmas, Rooney Mara ha demostrado su capacidad para proyectar fragilidad y fuerza en un mismo gesto. Sus personajes suelen debatirse entre lo vulnerable y lo impenetrable, algo que la convierte en una intérprete perfecta para historias donde la psicología es más importante que la acción.
Rooney Mara y el papel más incómodo de su carrera
Una, disponible en Prime Video, sigue a una mujer de 28 años, interpretada por Mara,que busca a Ray (Ben Mendhelson), un hombre mayor que, cuando ella tenía 13, la sedujo y mantuvo con ella una relación ilícita. Tras cumplir condena, él ha intentado rehacer su vida bajo otra identidad, pero el reencuentro con Una reabre todas las cicatrices del pasado. La película, adaptación de la obra teatral Blackbird de David Harrower, plantea un tenso duelo entre víctima y abusador, donde nada es blanco o negro.
El director Benedict Andrews evita las soluciones fáciles y opta por un relato áspero, lleno de silencios incómodos, miradas que se prolongan demasiado y palabras que se quiebran en el aire. La película no solo cuestiona la naturaleza del abuso, sino que también muestra las secuelas emocionales que acompañan a las víctimas mucho después de que el hecho ha ocurrido. En este sentido, Una funciona como un estudio sobre el trauma no resuelto.
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Ben Mendelsohn, en el papel de Ray, aporta matices inquietantes a un personaje que oscila entre la culpa, el autoengaño y la necesidad de justificar lo injustificable. Su dinámica con Rooney Mara hace que cada escena parezca un duelo de ajedrez emocional, donde la tensión no proviene tanto de lo que se dice, sino de lo que ambos callan. Este enfrentamiento convierte a la película en una experiencia casi teatral, donde cada palabra pesa como una sentencia.
Una película necesaria para reflexionar sobre el abuso y el perdón
El guion subraya la complejidad de la relación, mostrando cómo el abuso puede confundir a una víctima joven al mezclar deseo, dependencia y manipulación. Una carga consigo sentimientos encontrados: repulsión, ira, dolor, pero también nostalgia por lo que en su momento creyó ser amor. Esta ambivalencia es uno de los puntos más perturbadores del filme, y lo que lo diferencia de otras producciones que abordan el tema de manera unidimensional.
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Estrenada en medio de un panorama mediático sacudido por las denuncias de acoso en Hollywood, Una resonó como una pieza incómoda pero necesaria. Su estreno coincidió con los titulares sobre Harvey Weinstein, Roman Polanski y otras figuras cuestionadas, lo que intensificó el debate sobre el poder, el consentimiento y la representación del abuso en la pantalla. En ese contexto, la película se convirtió en un espejo de la discusión social contemporánea.
Más que dar respuestas, Una plantea preguntas que incomodan: ¿puede un abusador convencerse de que fue amor?, ¿qué ocurre con una víctima que no logra separar el afecto de la manipulación?, ¿qué significa buscar confrontación años después? En Prime Video, la película se presenta como una experiencia desafiante que invita al espectador a reflexionar sobre los límites del perdón, la memoria y la verdad. No es un visionado sencillo, pero sí una obra necesaria para entender la complejidad del trauma y la confrontación emocional.