Desde que El Conjuro se estrenó en 2013, hasta la más reciente, El Conjuro: Últimos ritos, el público ha vivido con la idea de que todo en ese universo cinematográfico ocurrió "basado en hechos reales". James Wan ha hecho de esa frase mágica que aparece al inicio de cada película sea algo suficiente para que más de uno duerma con la luz encendida. Demonios, exorcismos, muñecas poseídas, fantasmas que golpean las paredes, todo parece sacado de los archivos secretos de los Warren.
Y el truco ha funcionado. El Conjuro y El Conjuro 2 se convirtieron en éxitos rotundos, mezclando terror y realismo con una habilidad que pocos directores han logrado replicar. Las películas no sólo han dado miedo: han transmitido la sensación de estar viendo algo que sí podría haber pasado.
Pero dentro de este mismo universo, hay una historia que rompió esa regla. Una película que todos asumieron que también provenía de un caso real, pero que en realidad fue inventada completamente por los realizadores. Aunque es de las más famosas, también es una de las más grandes "mentiras" del universo El Conjuro: una historia 100 por ciento ficticia disfrazada de verdad.
La historia que nació solo en la pantalla
Esa película es La monja, estrenada en 2018 y dirigida por Corin Hardy. A diferencia de las demás entregas del universo, La monja no se basa en ningún caso real investigado por los Warren, sino en un personaje creado especialmente para El Conjuro 2.
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El demonio Valak, esa figura espeluznante con hábito religioso, fue introducido originalmente como una manifestación del mal que atormentaba a Lorraine Warren. Su diseño y nombre fueron inventados para la película, sin ningún antecedente histórico ni religioso, aunque se inspiraron en mitos antiguos para darle un toque auténtico.
Cuando el personaje se volvió viral entre los fans, Warner Bros. decidió darle su propia película de origen. Así nació La monja, ambientada en una abadía de Rumania y protagonizada por Taissa Farmiga, la hermana menor de Vera Farmiga en la vida real.
El poder del "basado en hechos reales"
Parte del encanto del universo El Conjuro está en su ambigüedad. Las películas nunca aseguran que todo ocurrió exactamente así, pero usan suficiente lenguaje documental para que la historia parezca creíble. Y La monja aprovechó ese truco a la perfección: su atmósfera gótica, los símbolos religiosos y el contexto histórico hicieron que más de uno pensara que el caso era auténtico.
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Y aunque sea una "mentira", hay que reconocerlo: funcionó. La monja recaudó más de 365 millones de dólares en todo el mundo, convirtiéndose en la película más taquillera de todo el universo El Conjuro. El público no necesitó pruebas para creer en ella, solo bastó el miedo.