Antes de convertirse en una de las figuras más respetadas de Hollywood con películas como Malcolm X, El informe pelícano y Filadelfia, Denzel Washington descubrió su vocación casi por accidente. Mientras tomaba un semestre sabático en la Universidad de Fordham, trabajó como director de teatro en un campamento de verano en Connecticut. Aquel trabajo ocasional encendió una pasión que lo llevaría de regreso a la universidad para estudiar actuación.
Muy pronto empezó a destacar en obras de Eugene O’Neill y William Shakespeare, y en 1977 obtuvo su primer crédito televisivo en Wilma: The Wilma Rudolph Story. Alternó con éxito entre el teatro, la televisión y el cine, hasta que su papel como el doctor Philip Chandler en la serie médica St. Elsewhere lo catapultó a la fama.
A pesar de su creciente reconocimiento, Washington todavía no había conseguido un papel protagónico en la gran pantalla a mediados de los años ochenta. Había participado en el drama militar A Soldier’s Story y en Power del legendario Sidney Lumet. Sin embargo, fue en 1987 cuando logró su gran oportunidad interpretando al activista sudafricano Steve Biko en Grita libertad de Richard Attenborough. Su interpretación le valió su primera nominación al Oscar y marcó un antes y un después en su trayectoria.
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El papel racista que Denzel Washington rechazó antes de convertirse en una estrella
Pero antes de aceptar aquel papel, Washington enfrentó una tentación peligrosa: una oferta lucrativa para protagonizar una película que habría comprometido su integridad artística. El proyecto, cuyo título resultaba abiertamente racista, era una supuesta sátira llamada The Nigga They Couldn't Kill. El actor recordó años después, en una entrevista con The New York Times, lo ofensivo que le resultó el guion, el cual representaba a un hombre negro convertido en “monstruo” después de sobrevivir a varios intentos de ejecución.
Washington no solo rechazó el papel, sino que también confrontó con firmeza a los productores. Según relató, los responsables del casting intentaron convencerlo de que el guion tenía un tono humorístico. Él, indignado, comparó la propuesta con la representación de una ejecución masiva en un campo de concentración, dejando claro que no encontraba nada gracioso en aquella narrativa. “No me parecía divertido que pusieran una soga alrededor de mi cuello”, dijo con contundencia.
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Cómo un consejo de Sidney Poitier cambió para siempre la carrera de Denzel Washington
Su reacción no solo fue un acto de dignidad personal, sino una demostración de su compromiso con una representación respetuosa de la comunidad afroamericana en el cine. Para manejar la situación, Denzel decidió consultar a una figura que ya consideraba su mentor: Sidney Poitier.
El legendario actor, que había abierto muchas puertas a los intérpretes afroamericanos en Hollywood, le ofreció una respuesta prudente pero decisiva. Le dijo: “No voy a decirte qué hacer, pero puedo decirte esto: las primeras películas que hagas en esta industria definirán cómo te perciben”. Esa reflexión fue suficiente para que Washington rechazara el papel, a pesar de la considerable oferta económica de 600 mil dólares.