La regla del 'beso de tres segundos': la estricta censura que dominó el cine clásico de Hollywood
Sergio Negrete
Sergio Negrete
-Redactor
Mi infancia estuvo repleta de películas de Disney en VHS. Bien podría ser un personaje de 'El diario de Bridget Jones', 'Fleabag' o 'Parks and Recreation'

Hoy, ver un beso de tres segundos puede parecer un gesto mínimo, pero en su momento fue un acto de rebeldía. Porque en la era dorada de Hollywood, un beso no sólo era amor: era una declaración de guerra a la censura.

Hay besos que no se olvidan. El de Spider-Man, con Tobey Maguire colgado boca abajo bajo la lluvia junto a Kirsten Dunst. El de Titanic, en la punta del barco, con una banda sonora inolvidable de fondo. O el de De aquí a la eternidad, con Burt Lancaster y Deborah Kerr rodando entre las olas. Estas y otras escenas se volvieron leyenda, símbolos del romance cinematográfico y, en algunas ocasiones, del deseo reprimido.

Pero lo que pocos recuerdan es que hubo un tiempo en el que un simple beso podía ser considerado demasiado atrevido. Durante décadas, Hollywood vivió bajo un conjunto de reglas tan estrictas que marcaban hasta cuántos segundos podía durar un beso en pantalla. De hecho, existía una norma no escrita pero muy real: la del "beso de tres segundos".

El Hombre Araña
El Hombre Araña
Fecha de estreno 3 de mayo de 2002 | 2h 01min
Dirigida por Sam Raimi
Con Tobey Maguire, Willem Dafoe, Kirsten Dunst
Medios
3,7
Usuarios
3,5
Ver en HBO MAX

El nacimiento de la censura

Para entenderlo, hay que viajar a los años 30, cuando el cine comenzaba a consolidarse como la gran forma de entretenimiento de masas. Después del éxito de las películas mudas y el auge del sonido, Hollywood empezó a explorar temas más adultos: infidelidad, violencia, drogas, religión, corrupción y sexualidad.

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Todo ello escandalizó a una parte del público más conservador y fue así como nació el Código Hays, llamado así por Will H. Hays, presidente de la Motion Picture Producers and Distributors of America (MPPDA). Dicho reglamento, implementado oficialmente en 1934, se convirtió en la guía moral del cine estadounidense durante más de tres décadas.

Lo que no se podía mostrar

Su propósito era "proteger" a los espectadores de lo que se consideraba contenido inmoral o indecente. Y sus reglas eran tan específicas que hoy parecen sacadas de otro mundo.

IMDb
  • Besos prolongados o "excesivamente apasionados".
  • Relaciones extramatrimoniales, a menos que quedaran moralmente castigadas al final.
  • Escenas de cama compartida, incluso entre esposos (por eso las camas separadas en tantas películas).
  • Palabras como "sexo", "violación" o "embarazo", que estaban completamente vetadas.
  • Cualquier referencia a homosexualidad, aborto o deseo femenino.

Según el código, el cine debía "mostrar solo los aspectos más nobles del ser humano" y "preservar la pureza moral del público". En otras palabras, nada de besos largos, nada de piel y nada de placer.

El famoso "beso de tres segundos"

Ante tanta censura, los directores se las ingeniaron para mantener la pasión sin romper las reglas. Así se creó una especie de norma informal: los besos en pantalla no podían durar más de tres segundos seguidos.

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¿La solución? Engañar al sistema. Actores y actrices fingían separar sus labios o girar el rostro para retomar el beso en pequeños intervalos. El resultado era una coreografía romántica que permitía sugerir sin mostrar demasiado.

Uno de los ejemplos más famosos está en Tuyo es mi corazón de Alfred Hitchcock, donde Ingrid Bergman y Cary Grant se besan durante casi tres minutos, pero en fragmentos de dos segundos. La escena esquivó la censura con elegancia, y sigue siendo una de las más sensuales de la historia del cine.

La influencia del código comenzó a debilitarse en los años 50 y 60, con la llegada del cine europeo y una sociedad cada vez más abierta. Finalmente, en 1968, fue reemplazado por el sistema de clasificación por edades que aún se usa hoy (G, PG, R, etc.).

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