Hay películas que te hacen pensar como Donnie Darko o El origen. Otras, que te hacen sentir como Titanic o Diario de una pasión. Y luego están esas pocas que simplemente te dejan sin aliento, como si hubieras estado soñando despierto. El cine de ciencia ficción ha sabido crear mundos imposibles desde hace décadas.
Desde los paisajes distópicos de Matrix hasta las odiseas visuales de Interestelar o Duna, el género ha demostrado que puede ser mucho más que efectos y explosiones: puede ser pura poesía visual. Y si hay una película que llevó esa idea al extremo, combinando belleza, melancolía y tecnología en perfecta armonía, esa es Blade Runner 2049, disponible en Netflix.
Un regreso a un universo mítico
Lanzada en 2017, Blade Runner 2049 no era cualquier secuela. Tenía la difícil tarea de continuar una de las historias más influyentes de todos los tiempos: la Blade Runner original de Ridley Scott, estrenada en 1982. Una cinta que cambió para siempre la forma en que entendemos la ciencia ficción, el ciberpunk y el futuro mismo.
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Esta nueva entrega, dirigida por el visionario Denis Villeneuve, no sólo honró ese legado, sino que lo expandió con una sensibilidad visual que roza lo sublime. Cada plano, cada destello de neón y cada sombra parecen pensados para ser contemplados, no sólo vistos. El resultado fue una película que, más allá de su historia, se siente como una experiencia sensorial completa.
Un detective, una búsqueda, una pregunta eterna
La trama se desarrolla tres décadas después de los eventos de la cinta original. El mundo sigue siendo gris, lluvioso y desolador, poblado por humanos y replicantes. En ese escenario, seguimos a K, interpretado por Ryan Gosling, un nuevo blade runner encargado de cazar replicantes fugitivos.
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Pero todo cambia cuando descubre un secreto que podría alterar el orden del mundo entero: la posibilidad de que un replicante haya dado a luz. A partir de ahí, la historia se transforma en una búsqueda existencial que lo lleva a encontrarse con Rick Deckard (Harrison Ford), el mítico cazador del filme original.
Un espectáculo visual sin comparación
Si algo distingue a Blade Runner 2049, es su aspecto visual. El director de fotografía Roger Deakins, uno de los más respetados de la historia, construyó un universo que parece sacado de un sueño: paisajes anaranjados cubiertos de polvo, calles lluviosas llenas de neones, desiertos desolados donde la luz se siente viva.
Cada toma podría colgarse en un museo. No por nada, Deakins ganó el Oscar a Mejor Fotografía, un reconocimiento que muchos consideran más que merecido. La película no sólo es hermosa: te hipnotiza. Y lo hace sin recurrir a la velocidad o al caos, sino con ritmo, silencio y una atmósfera que parece res