Llevar al cine El señor de los anillos, la monumental obra de J.R.R. Tolkien, no fue una tarea sencilla. Peter Jackson se enfrentó a uno de los proyectos más ambiciosos de la historia del cine: filmar de manera consecutiva tres películas enormes, caras y físicamente agotadoras. El resultado fue una trilogía épica que marcó a toda una generación, pero el camino estuvo lleno de cansancio, presión y momentos en que la energía parecía agotarse por completo.
Las dos películas de Scorsese que salvaron ‘El señor de los anillos’
En medio de ese desgaste, un par de filmes clásicos vinieron a su rescate. Curiosamente, no se trataba de películas fantásticas ni épicas medievales, sino de dos historias de crimen y mafia dirigidas por Martin Scorsese. Se trata de Goodfellas y Casino, dos universos opuestos que, sin embargo, se convirtieron en el motor creativo de Jackson cuando sentía que estaba por rendirse.
El director neozelandés reveló ante el Directors Guild of America que, en sus días libres, colocaba en el reproductor una copia en DVD de esos thrillers criminales para recobrar la chispa perdida. Cada visionado le recordaba lo que tenía que hacer: encontrar formas más interesantes de rodar, movimientos de cámara ingeniosos, nuevas maneras de capturar una interpretación. En síntesis, recuperar la emoción de hacer cine al más alto nivel.
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La influencia de Scorsese en el ritmo y la puesta en escena de la trilogía de Peter Jackson
Jackson confesó que esta rutina no era un ejercicio de comparación o competencia con Scorsese, sino una terapia contra el agotamiento. Ver la maestría visual y narrativa del creador de Taxi Driver revitalizaba su imaginación cuando ya sentía que no podía más. Aun así, reconocía con humildad que jamás podría replicar el estilo de Scorsese: solo lo utilizaba como una chispa de inspiración.
Aunque El Señor de los Anillos y los dramas mafiosos de Scorsese existen en mundos cinematográficos totalmente distintos, ambos surgen del mismo impulso creativo: superar obstáculos enormes y encontrar soluciones audaces detrás de la cámara. Jackson veía en Goodfellas y Casino la prueba de que la pasión y la innovación siempre deben colocarse al frente del relato.
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No es extraño que Jackson buscara inspiración en otros grandes nombres del género. Antes de conquistar Hollywood con Tolkien, fue un cineasta profundamente influido por creadores de culto como Stuart Gordon, George A. Romero o Sam Raimi. Incluso llegó a mencionar su admiración por Stanley Kubrick, aunque, según él mismo, nunca podría hacer cine con ese mismo nivel de precisión milimétrica.
Con un rodaje que duró más de 18 meses y un equipo que se encontraba al límite de sus fuerzas, Jackson necesitaba mantener vivo el entusiasmo. La caída y ascenso de Henry Hill (interpretado por Ray Liotta) o el exilio de Ace Rothstein (encarnado por Robert De Niro) en el desierto de Nevada, aunque parezcan relatos completamente alejados de la Tierra Media, ayudaron a que la trilogía más icónica del cine fantástico alcanzara su destino. Porque a veces el mejor impulso proviene de mirar hacia aquellos directores que ya han transformado el cine antes que uno.