Es una de las piezas musicales más famosas de la historia del cine: durante 44 años, cada vez que la escuchamos, nos dan ganas de correr a cámara lenta por una playa
Luis Fernando Galván
Desde 'El arca rusa' de Aleksander Sokurov hasta 'Museo' de Alonso Ruizpalacios, me encantan las películas que se desarrollan al interior de los museos. Como historiador del arte, me interesa explorar los vínculos que existen entre la pintura y el cine como medios de expresión visual.

Hay obras musicales que transforman escenas, pero solo unas cuantas conquistan el imaginario colectivo. Desde hace más de cuatro décadas, un tema emblemático provoca el mismo efecto en todo el mundo.

En la historia del cine existen piezas musicales que se desprenden de su película para convertirse en símbolos culturales por derecho propio. Basta recordar la atmósfera musical en Rocky de Sylvester Stallone, que aún hoy acompaña escenas de esfuerzo y superación; el tema de La misión, de Ennio Morricone, capaz de elevar cualquier escena hacia un estado espiritual; o el inolvidable motivo principal de Titanic, que se convirtió en un himno sentimental global.

Carros de fuego
Carros de fuego
Fecha de estreno 7 de mayo de 1982 | 1h 59min
Dirigida por Hugh Hudson
Con Nigel Havers, Ian Holm, John Gielgud
Medios
4,4
Usuarios
3,0
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La composición musical que hizo inmortal una película y conquistó al mundo

Son melodías que no solo refuerzan una narración, sino que generan imágenes automáticas en nuestra memoria, como si formaran parte de nuestra propia historia. Cada una de estas composiciones logró trascender su película gracias a un trabajo preciso de emoción, símbolo y memoria. Dentro de este selecto grupo se encuentra una pieza que, desde hace 44 años, provoca un mismo impulso en millones de espectadores: correr a cámara lenta por una playa.

Carros de fuego, dirigida en 1981 por Hugh Hudson, relata la historia de dos atletas británicos de los años veinte, cuyas vidas y talentos convergen en la pista de atletismo. Uno lucha contra los prejuicios xenófobos de la época; el otro, busca afirmar su fe religiosa a través del deporte. Esta combinación de drama íntimo y épica deportiva convirtió la película en un clásico merecedor de cuatro premios Oscar, incluidos Mejor Película y Mejor Música.

The Ladd Company

Vangelis y la creación de un sonido que rompió todas las reglas

Sin embargo, más allá de su trama inspiradora, hay un elemento que selló para siempre el lugar del filme en la memoria colectiva: su banda sonora. Compuesta por el inolvidable músico griego Vangelis, la partitura de Carros de fuego se volvió un fenómeno global. Su tema principal, "Titles", abre y cierra la película con una fuerza emocional que trasciende cualquier límite temporal o cultural.

Imposible olvidar la imagen de los corredores avanzando a cámara lenta por la playa escocesa de St Andrews mientras las notas del teclado de Vangelis se elevan de manera elegante y casi espiritual. Lo curioso es que, en un inicio, Hudson quería utilizar L’Enfant, una pieza previa del compositor incluida en su álbum Opéra sauvage. Vangelis, sin embargo, propuso un tema original que terminó convirtiéndose en un éxito fulminante, un sonido cinematográfico eterno.

The Ladd Company

A lo largo de las décadas, la pieza se ha convertido en sinónimo de triunfo, esfuerzo y momento épico. Se usa en ceremonias deportivas, entregas de medallas y montajes emotivos, y aun así su fuerza permanece intacta. Incluso su carácter solemne ha servido como material perfecto para la parodia: basta recordar a Rowan Atkinson interpretando el tema en clave cómica durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, acompañado nada menos que por la Orquesta Filarmónica de Londres.

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