En el vasto terreno del cine de terror contemporáneo existen películas que, sin necesidad de grandes campañas ni franquicias consolidadas, logran abrirse paso gracias a una mirada autoral distinta. The Wind, ópera prima de Emma Tammi, pertenece a ese linaje: una obra que retoma el western, le da un giro radical y revela el costado más inquietante de la vida en las llanuras del siglo XIX. Antes de ponerse al frente de Five Nights at Freddy’s y conquistar al público con la fiebre de los animatrónicos, Tammi ya había demostrado que era capaz de moldear el horror desde la intimidad, el silencio y la violencia emocional.
Emma Tammi y el origen íntimo del terror que anticipó su salto a ‘Five Nights at Freddy’s’
The Wind, disponible en Prime Video, se sitúa en la frontera estadounidense de finales de 1800, un territorio que, lejos del romanticismo de muchos relatos tradicionales, Tammi reconstruye como un espacio hostil donde la soledad y la mente pueden convertirse en los verdaderos enemigos. En su centro se encuentra Lizzy, interpretada con sobresaliente vulnerabilidad por Caitlin Gerard, una mujer marcada por la pérdida de un hijo y atrapada en un entorno donde la realidad se confunde con pesadillas que quizás no lo sean del todo.
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La llegada de una nueva pareja a la zona altera de inmediato el frágil equilibrio psicológico de Lizzy. Lo que inicia como una relación casi fraternal entre ambas mujeres pronto se contamina por celos, silencios incómodos y una sensación creciente de amenaza. Emma parece desmoronarse ante presencias invisibles, mientras Lizzy se hunde en un aislamiento que alimenta su convicción de estar siendo acosada por una fuerza demoníaca. ¿Son sus miedos, un fenómeno sobrenatural o simplemente el viento que domina la pradera?
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‘The Wind’: un laberinto psicológico desde la mirada femenina
Tammi aprovecha el paisaje de Nuevo Mexico como un personaje más, como un territorio que desgasta, traiciona y confunde. El guion de Teresa Sutherland refuerza esta atmósfera mediante un juego de subjetividades que nunca permite distinguir con claridad qué pertenece a la mente y qué habita realmente en el entorno. La historia se desarrolla de forma lineal, pero la directora fragmenta los eventos mediante una edición abrupta que intensifica la inquietud.
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Lo fascinante del filme es que no propone un monstruo evidente. Tammi se interesa más por la experiencia femenina en un territorio masculino por excelencia: el western. La directora desplaza la cámara hacia las mujeres, hacia sus temores, deseos y cargas emocionales, y allí encuentra un ángulo absolutamente perturbador del imaginario del Viejo Oeste. Lejos del heroísmo y la épica, The Wind retrata la frontera como un espacio de vulnerabilidad extrema donde la maternidad, la locura y la violencia se funden sin distinción.
Hoy, The Wind funciona no sólo como un western de terror sumamente original, sino como el primer aviso del talento oscuro y preciso de Emma Tammi, quien años más tarde se convertiría en la responsable de las criaturas mecánicas, los pasillos iluminados en neón y la mitología expandida de Freddy Fazbear en Five Nights at Freddy’s, y ahora de su secuela que llegará a Cinépolis y Cinemex el 4 de diciembre.