Emma Stone y Jonah Hill tienen algo en común además de su química en pantalla en Supercool, ambos crecieron profesionalmente frente a toda una generación. Stone pasó de comedias adolescentes como Easy A y Malcolm el de en medio, a papeles aclamados y como La La Land, Historias cruzadas y Pobres Criaturas, donde volvió a demostrar que no existe papel que no pueda dominar.
Jonah Hill, por su parte, inició como el experto en humor incómodo en títulos como Misión Rockstar, pero luego sorprendió al mundo entero con actuaciones dramáticas en Moneyball y El lobo de Wall Street. Se convirtió en uno de esos actores que rompen etiquetas: puede ser alocado, intenso, tierno, ansioso o perturbador según lo necesite la historia.
Con trayectorias tan variadas, era cuestión de tiempo para que ambos coincidieran una vez más en otro proyecto que los sacara de cualquier zona de confort. No fue una película, sino una miniserie de Netflix que tomó por sorpresa a la audiencia. Para quienes no la conocen, es una experiencia visual y emocional que late entre lo absurdo, lo trágico y lo profundamente humano.
Un drama terapéutico que terminó siendo un viaje psicodélico
Dirigida por Cary Joji Fukunaga, Maniac es una exploración delirante de la mente humana, la identidad, la depresión, el trauma, los vínculos imposibles y la esperanza que se cuela incluso en los rincones más rotos. Es una historia donde lo real y lo imaginario se mezclan hasta que el espectador no sabe muy bien en qué terreno está parado.
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La trama sigue a Annie Landsberg (Emma Stone) y Owen Milgrim (Jonah Hill), dos personas marcadas por trastornos mentales y heridas emocionales que los han perseguido toda su vida. Annie lucha contra un dolor que no puede soltar; Owen vive atrapado en su ansiedad, sus alucinaciones y la presión de su familia. Ambos sienten que algo en ellos está roto.
Por eso, cuando escuchan sobre un ensayo clínico capaz de "reparar cualquier padecimiento de la mente”"deciden unirse sin pensarlo demasiado. ¿Qué podría salir mal? Absolutamente todo.
Un experimento clínico que se convierte en una odisea mental
El programa promete resultados milagrosos, estadísticas perfectas, cero secuelas y cero riesgos. Todo demasiado bueno para ser verdad. Y cuando comienza la prueba queda claro que ese laboratorio está lejos de tener control de lo que sucede dentro.
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Cada pastilla los arrastra a una especie de sueño lúcido compartido donde pueden convertirse en otras personas, vivir en otras épocas, participar en historias completamente distintas. Annie y Owen viajan por universos que parecen sacados de géneros cinematográficos diferentes: desde thrillers policiacos hasta aventuras de fantasía, pasando por romances torpes, conspiraciones absurdas y mundos casi de caricatura.
Y lo fascinante es que, aunque los escenarios cambian, los problemas internos siguen ahí. La mente no se deja engañar tan fácil.
¿Ciencia ficción o estudio psicológico?
Maniac vive en un género propio. Tiene elementos de ciencia ficción retro-futurista, pero todo está al servicio de un mensaje mucho más humano: la relación entre el dolor y la identidad. La serie pregunta, sin decirlo directamente: ¿Qué parte de nosotros cambiaríamos si pudiéramos tocar nuestra mente desde dentro? ¿Qué recuerdos elegiríamos borrar? ¿Y qué heridas, por dolorosas que sean, forman parte de quienes somos?
Maniac no ofrece respuestas simples. No es lineal ni busca que la entiendas, sino que la vivas y la sientas.