Uno de los mayores exponentes del thriller psicológico es sin duda David Fincher, un cineasta experto en convertir la incomodidad, la obsesión y la desconfianza en su sello personal. En los años 90 dirigió una película que se mueve e un terreno similar al de Se7en o Fight Club, donde nada es lo que parece y la sensación de peligro siempre está presente.
Se llama El juego o The Game y, estrenada en 1997, se convirtió en una de las cintas más perturbadoras de Fincher. Protagonizada por Michael Douglas, la cinta explora la pérdida de control y la fragilidad de la percepción personal haciendo que hasta tú como audiencia comiences a dudar de absolutamente todo.
Un regalo que se sale de control
La historia sigue a Nicholas Van Orton (Michael Douglas), un exitoso y millonario banquero de San Francisco que vive aislado emocionalmente y cuya vida está marcada por la muerte de su padre. En su cumpleaños número 48, su hermano Conrad (Sean Penn) le da un regalo extraño: una invitación a participar en un misterioso juego desarrollado por la empresa Consumer Recreation Services.
Inicialmente Nicholas cree que es una experiencia inofensiva, casi absurda, pero pronto pequeños eventos comienzan a alterar su rutina. Cada vez más situaciones inquietantes se vuelven parte de su día a día y su entorno deja de ser seguro; sus decisiones lo llevan más lejos.
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Mientras el juego avanza Nicholas encuentra personajes claves en su vida como Christine (Deborah Kara Unger) y la espiral de tensión sigue creciendo a cada momento. La pregunta ya no parece ser qué está pasando sino quién está detrás de todo.
La paranoia del cine de Fincher
Una de las mejores cosas de The Game es que su tensión y la sensación de sentirse observado no viene de sustos fáciles, sino del control de la mente a través de encuadres cerrados y una puesta en escena que refuerza cada vez más la sensación de aprisionamiento.
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En este largometraje Fincher usa hasta la ciudad y los espacios abiertos a su favor para transmitir una sensación única que le recuerda al público que el peligro no siempre se esconde en la oscuridad.
Si bien inicialmente la película tuvo una recepción un tanto dividida, con el paso del tiempo El juego ha retomado un lugar más importante en el mundo del cine al punto de ser considerado un clásico de suspenso imperdible.
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Su capacidad de incomodar y poner un signo de interrogación en el rostro de su audiencia hace que sea una película entretenida e imposible de descifrar. Si te gustan los thrillers que juegan con tu mente y te dejan pensando mucho después de que los créditos, este clásico noventero es una apuesta segura para perder el control por un par de horas.