En la historia del cine hay más de una película que se ha ganado el título de "cinta maldita". Producciones como El exorcista, Poltergeist o El mago de Oz cargan con historias oscuras debido a muertes, accidentes y tragedias que rodearon a su elenco y equipo técnico. Pero ninguna tan intensa como la de una película de los años 50 que estuvo relacionada directamente con enfermedades causadas por radiación nuclear.
Se trata de El conquistador de Mongolia que, con un reparto encabezado por John Wayne y un equipo de más de 200 personas, terminó siendo recordada más por el alarmante número de enfermedades y muertes que afectaron a quienes participaron en ella que por su calidad cinematográfica.
Las víctimas que dejó la película
De acuerdo con investigaciones posteriores, de las 220 personas que trabajaron en la película, 91 desarrollaron algún tipo de cáncer a lo largo de su vida y alrededor de 46 murieron a causa de la enfermedad. La producción se filmó en 1955 en el desierto de Utah, muy cerca de zonas donde el gobierno de Estados Unidos había realizado pruebas nucleares pocos meses antes, dejando residuos radiactivos en el ambiente y aunque todos sabían al respecto no había mucha información sobre el impacto de la radiación en la salud.
La muerte de Wayne en 1979 fue la más conocida; un cáncer generalizado que comenzó por el estómago; pero ni por asomo la primer o última. Antes de él Susan Hayward, coprotagonista, falleció en 1975 a los 57 años a causa de un tumor cerebral, y Agnes Moorehead en 1974 por cáncer de útero. El director del filme, Dick Powell, murió en 1963 de cáncer en los ganglios linfáticos, apenas siete años después del estreno de El conquistador de Mongolia.
RKO Pictures
Además, se sumó la muerte del actor mexicano Pedro Armendáriz, figura clave del cine nacional, quien fue diagnosticado con cáncer de riñón. En 963, tras enterarse de que su enfermedad era terminal y que le quedaba poco tiempo de vida, decidió suicidarse en el hospital.
Un fracaso cinematográfico
Más allá de su legado oscuro, la cinta fue un fracaso crítico y comercial desde su estreno en 1956. La cinta, que pretendía ser una gran épica histórica sobre Genghis Khan, fue duramente criticada por su baja calidad, errores de casting y tono poco convincente.
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Se convirtió en una de las producciones más cuestionadas de la carrera de John Wayne e incluso el productor Howard Hughes quedó tan afectado por el fracaso y por las consecuencias humanas del rodaje que intentó retirar la película del mercado. Se dice que gastó millones de dólares para comprar y controlar sus copias, en un esfuerzo casi obsesivo por borrar su existencia
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Hoy, El conquistador de Mongolia no está disponible en plataformas de streaming y permanece como un recordatorio inquietante de cómo una mala decisión de producción puede tener consecuencias irreversibles.