El cine de ciencia ficción de los años 90 tenía una obsesión muy clara: un futuro que no pintaba nada bien. Pantallas por dóquier, ciudades sucias, tecnología invasiva y una sensación constante de paranoia. No era la imagen limpia ni optimista que todos esperaban. Basta recordar la estética de Matrix, Terminator, o Ciudad en tinieblas.
Eran películas que miraban al cambio de milenio con desconfianza. La tecnología ya no era solo una herramienta: era una amenaza directa a la humanidad. Y en medio de ese panorama surgió una historia que llevó esa inquietud al extremo, convirtiendo al espectador en un voyeur involuntario del caos.
A diferencia de otras cintas futuristas centradas en robots o realidades virtuales, esta historia apostó por algo mucho más perturbador: ¿qué pasaría si pudieras experimentar la vida y la muerte de otros como si fuera tuya? No solo verlo, sino sentirlo, oírlo y vivirlo desde dentro.
Un Los Ángeles al borde del colapso
La película es Días extraños, ambientada en los últimos dos días de 1999. En esta versión de Los Ángeles, la ciudad se ha convertido en una auténtica zona de guerra. Hay disturbios, corrupción policial, violencia racial y una sensación constante de que todo está a punto de estallar cuando el reloj marque el año 2000.
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En este mundo existe el SQUID, un dispositivo ilegal capaz de grabar recuerdos y sensaciones físicas directamente desde el cerebro. Quien reproduce esas grabaciones puede sentir exactamente lo mismo que la persona que las vivió: placer, miedo, adrenalina o dolor, Todo sin filtros.
Un traficante de recuerdos
El protagonista es Lenny Nero, un ex policía de Los Ángeles convertido en vendedor del mercado negro de grabaciones SQUID. Vive atrapado entre la nostalgia, la culpa y una tecnología que no puede dejar atrás. Lenny compra y vende experiencias ajenas, mientras su propia vida se desmorona lentamente.
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Todo se complica cuando una joven llamada Iris aparece desesperada en su vida. Poco después, Lenny recibe una grabación imposible de ignorar: un SQUID que muestra la violación y asesinato de Iris desde la perspectiva de la víctima. No es una simulación, es real y alguien quiere que él lo vea.
Abuso, conspiración y poder
A partir de ese momento, la historia se transforma en una investigación frenética. Lenny recurre a Mace, su amiga y guardaespaldas, una mujer fuerte y sin ilusiones, para encontrar al asesino. Pero lo que descubren va mucho más allá de un crimen individual.
La película destapa una conspiración policial, corrupción institucional y el uso de la tecnología como herramienta de control y encubrimiento. El SQUID no solo registra recuerdos: los convierte en mercancía y en arma. El poder ya no está en las calles, sino en quien controla la información y las sensaciones.
Vista hoy, Días extraños resulta inquietantemente profética. En un mundo obsesionado con grabarlo todo, compartirlo todo y consumir experiencias ajenas, su mensaje pega más fuerte que nunca. El voyerismo ya no es ciencia ficción, es rutina.