Fue un día como hoy, 21 de noviembre, pero de 1945, cuando los bellos pero saltones ojos de Goldie Jeanne Hawn vieron la luz por primera vez en Washington, DC. A los tres años comenzó a tomar clases de ballet y tap, y para los once ya era parte de una compañía de danza. Goldie fue descubierta por el agente Bud Simon cuando bailó en un especial de televisión de Andy Griffith.
Al igual que a su hija, Kate Hudson, su primer papel importante le valió un Oscar como Mejor actriz de reparto en 1969 por su participación en Flor de cactus (1969) al lado de Walter Matthau e Ingrid Bergman. Durante los 70 Goldie se consolidó tanto en el drama como en la comedia, pero fue esta última la que terminó por sentarle bien cuando protagonizó Parece que fue ayer (1980) con Chevy Chase y La pícara recluta (1980). A partir de ahí Goldie afianzo su persona fílmica como la rubia medio boba pero astuta, guapa pero no bonita, que siempre terminaba por salirse con la suya en cualquier tipo de situación complicada.
Aunque el público la adoró en los 80 y 90 por sus roles en cintas como La muerte le sienta bien (1992), Tu casa es mi casa (1992), El club de las divorciadas (1996) y Perdidos en Nueva York (1999), Goldie considera su papel como Lou Jean, una mujer que ayuda a escapar a su exmarido de la justicia en el drama Loca evasión (1974), como el mejor trabajo de su carrera.
A principios del nuevo milenio, Goldie participó en No más sexo (2001) y Locas de atar (2002) con Susan Sarandon, cinta con la que se retiró de la pantalla sin mayor explicación. Este año la actriz regresó con Viaje salvaje (2017), un filme en el que interpreta a la madre sobreprotectora de Amy Schummer. Tristemente la cinta resultó todo un bodrio y fue una gran decepción no poder reconocer, detrás de tanto colágeno y bótox, las comiquísimas expresiones que hicieran famosa a Goldie Hawn. Para nada importa cuando se trata de ella, la seguimos amando a sus 74 años.