- Ver a los espectadores derritiéndose sobre sus asientos. Hasta los hombres sacaron los abanicos. Apenas podían aplaudir y menos reírse… ¿o habrá sido porque a Eugenio le salieron los chistes al Derbéz?
- Que el dress code brillara por su ausencia, cada quien se puso lo que se le ocurrió y la mezcla entre trajes, smockings y guayaberas, vestidos de noche y de cocktail, fue de terror.
- Que nadie se haya acordado de que en Brasil se habla portugués y que no haya habido un traductor para las palabras de los ganadores por la dirección de arte y fotografía de Zama.
- La falta de emoción de los ganadores al recibir el premio. Nunca se tuvo que recurrir al Heavy Metal que propuso Derbéz para interrumpir el discurso de nadie.