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    Emmy 2018: La mayor sorpresa de la noche no estaba en el libreto

    La ceremonia no tuvo el brillo esperado bajo la producción del creador de 'Saturday Night Live' y el momento cumbre fue protagonizado por el director de la entrega de los premios Óscar.

    La idea no era mala, sobre todo tomando en cuenta que lo políticamente correcto en Hollywood cada vez deja menos espacio para la comedia. Con eso de que ahora resulta que todo el mundo se ofende de todo, parecía que un número musical que se burlara de la situación entre MeToos, White Washings y escpandalos sexuales, era la mejor forma de iniciar la 70va. edición de los Primetime Emmy Awards. Y no estuvo tan mal: los latinos disfrutamos de ver bailar a Ricky Martin casi al ritmo de La vida loca, y hubo un par de buenos momentos más, y hasta ahí.

    Los anfitriones, Michael Che y Colin Jost también tuvieron algunos chistes afortunados, pero en general, nada que pareciera que esta ceremonia de entrega fue producida por Lorne Michaels, quien ganó su Emmy 16 por su muy longevo programa Saturday Night Live. De hecho, más o menos a la mitad de conocer la lista de ganadores de la noche, llegó el momento cumbre de la ceremonia, mismo que  no previó Michaels ni nadie (aparentemente). Este llegó cuando Glenn Weiss subió a recibir su catorceavo Emmy por la dirección de la ceremonia de entrega de los Premios de la Academia de este año, y en su discurso de agradecimiento comenzó a contarnos que su madre falleció hace dos semanas y que un poco por eso quería convertir a su novia en su esposa. Así que -en uno de los gestos más románticos que la televisión ha visto y que debería ganarse el Emmy a mejor Reality- el director se puso de rodillas para proponerle matrimonio a la nueva dueña de sus jugosas quincenas.

    A pesar de que Tina Fey prometió en la alfombra roja que los varios 'egresados' de las filas de SNL nos darían una noche llena de risas, no fue así, y menos con la desabrida participación de Maya Rudolph y Fred Armisen. Nos hizo reír más Benicio del Toro, que quien sabe qué se fumó y no pudo ni leer el teleprompter ni improvisar, ni nada más que sonreír con la mirada perdida, cuando le tocó anunciar a los nominados a Mejor Talk Show.

    Lo más importante de la noche, quizá, es que la tendencia a una televisión de historias inteligentes y personajes impactantes es cada vez más clara. Adios a las sitcoms, a la situación de pastelazo y a las risas grabadas. La ceremonia de la Academia de Televisión de la industria más importante del mundo, que está además en su época de oro, debería tener una premiación a la altura. Y esta noche, a la ceremonia del Emmy le cayeron sus 70 años encima.

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