Durante las décadas de los 60 y 80, los jóvenes de la Ciudad de México buscaban romper con las normas y encontrar su propia identidad como una respuesta a las diversas represalias que surgieron a causa del movimiento Zapatista y el terremoto del 85, acontecimientos que marcaron un despertar en la conciencia social. En medio de este contexto, nació Tutti Frutti, un bar en Lindavista que se convirtió en el corazón del underground mexicano, un espacio donde la juventud pudo expresarse libremente. Fundado en 1985, este proyecto fue creado como un oasis musical bajo la vibra y el espíritu de la escena alternativa europea que para muchos jóvenes mexicanos era algo casi inexistente. Ahora, la periodista y documentalista Laura Ponte, junto con Álex Albert capturan sus memorias, así como la de varios testimonios de aquellos que vivieron en carne propia esta época dorada de la contracultura nacional.