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    Historias de miedo para contar en la oscuridad
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Historias de miedo para contar en la oscuridad

    Historias de miedo con moraleja

    por Tamara Cuevas

    Hay dos tipos de películas de terror según Guillermo del Toro: las que son perturbadoras, que dejan una cicatriz en el alma para siempre. Y aquellas que son como un paseo en montaña rusa, son divertidas, entretenidas y emocionantes pero que no se olvidan de su espíritu humanista. Historias de miedo para contar en la oscuridad, dirigida por André Ovredal y producida por Del Toro, se instala perfectamente en esta categoría.

    Intentar hacerle justicia a un libro en la pantalla grande es muy difícil y pocas veces los fanáticos están satisfechos con los resultados, lo sabemos por experiencia propia. La tarea que representaba la adaptación de Historias de miedo para contar en la oscuridad, escrito por el periodista Alvin Schwartz, era un reto mayúsculo por el simple hecho de ser un título obligatorio en la biblioteca personal de cualquier fanático de la literatura de terror.

    Sin embargo, la historia que creó Guillermo del Toro, sobre tres valerosos amigos que han descubierto un libro maldito dentro de una casa embrujada, se desempeña como el crisol que compila y funde las mejores y más terroríficas historias que leímos por primera vez a través de Schwartz: Harold, The red spot, Me-tie daughty walker, Big toe y The Dream (para la Mujer Pálida) son los cuentos que utilizó Del Toro como el hilo invisible de esta película, y los efectos especiales tradicionales son la aguja con la que se termina de coser el proyecto. Renuentes a abusar del green screen o CGI, Guillermo y André convocaron a Norman Cabrera, profesional del maquillaje prostético, y al famoso Javier Botet, uno de los actores de monstruos más solicitados del séptimo arte – en su portafolio están actuaciones en la franquicia de El Conjuro y de ESO.

    Ahora, ¿de que qué va la película? Stella (Zoe Margaret Colletti) , Auggie (Gabriel Rush) y Chuck (Austin Zajur) son tres chicos viviendo en Mill Valley, Pensilvania, en pleno 1968. Aunque no tenemos suficiente background para afirmar que los tres podrían liderar el grupo de los marginados de la secundaria, sí sabemos que su relación es tan estrecha porque no tienen a nadie más. Chuck es el gracioso de la pandilla, sarcástico y, de momentos, valiente. Auggie es un chico centrado, culto y ordenado que vive enamorado de la hermana de Chuck– y de cualquier otra mujer que se le pase por enfrente. Mientras que Stella es una chica brillante, fanática del terror clásico, que sueña con convertirse en una famosa escritora.  

    El otro personaje protagonista es Ramón Morales, un chico con ascendencia latina que se unirá a la pandilla el día de Halloween, cuando entren a la casa embrujada de Mill Valley, encontrando allí un poderoso libro de cuentos que se escribe solo. Y como si no fuera suficientemente extraño que el libro se escriba solo, la tinta con la que se escriben los cuentos no es otra que sangre. No pasará ni un día completo antes de que los chicos descubran que el libro está maldito y que planea cobrarse las vidas de aquellos que lo sacaron de la casa.

    Aunque el principal target de la cinta son los jóvenes, Historias de terror para contar en la oscuridad tiene subtramas que le aportan el espíritu humanista, ese del que hablaba Guillermo del Toro al definir los tipos de películas de horror. No es una coincidencia que uno de los personajes principales tenga un apellido latino –y que la policía lo hostigue por esto mismo– así como tampoco lo es el contexto histórico en el que se sitúa que la película: un par de meses antes de la llegada de Richard Nixon a la presidencia de Estados Unidos.

    Es casi una regla –de esas que se deben romper– que las películas de terror terminen de la manera más absurda o poco sofisticada que podamos imaginar, como si se hubieran apresurado para llegar a una conclusión. Lo contrario pasa en Historias de miedo para contar en la oscuridad. Luego de secuencias dignas del terror más elegante del séptimo arte, un mensaje puntual por parte de André Ovredal y Guillermo del Toro (que recuerda al discurso de recibimiento de su estrella en el paseo de Hollywood) se hace presente para cerrar esta historia a manera de fábula

    La cinta cumple con llevar la antología literaria a la pantalla grande respetando el espíritu de ésta, pero además logra contar una historia que divierte, que tiene un buen diseño de producción y actuaciones que lo mismo van a entretener a un niño de 12 años que a una persona de veintitantos; es increíble ver que las pesadillas más terribles que surgieron a causa de este libro, tomen forma en la realidad gracias al empeño del maestro de los monstruos y al buen entendimiento del género de su director. Historias de miedo para contar en la oscuridad estrena el 16 de agosto en México.

     

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