Crítica de SensaCine.com.mx para El viñedo que nos une: El delicado y artesanal proceso para crear vino

Muchos de los procesos realizados por mano humana han pasado a formar parte de las cosas realizadas por una máquina y un ordenador. Ropa, adornos, comida y por supuesto bebidas, dando paso a una era en la que lo artesanal está cerca de ser sinónimo de calidad.

Esta cinta, ubicada en el presente, narra la historia de tres hermanos; uno de ellos se fue por varios años a recorrer el mundo y ha regresado para ver a su enfermo padre. Sin embargo, hay nuevas responsabilidades, y a falta de la cabeza del hogar el trío tiene que decidir qué hacer con los viñedos heredados, donde por años han aprendido a producir vino.

Una trama de singular empatía nos lleva hasta Borgoña, la provincia francesa caracterizada por la producción del vino. Ahí los protagonistas nos harán parte del proceso completo para crearlo, desde el cultivo de las uvas, la degustación, recolección y por supuesto el aplastarlas con los pies. Esto mismo hace de la película algo informativo y entretenido a la vez, no es común en la actualidad mirar procesos como éste, en el que no participa ninguna máquina.

Sin embargo, hay momentos lentos que entorpecen la narrativa entre pláticas innecesarias y escenas de sobra, contrario al humor que muchas veces se hace presente para levantar el ánimo y retomar el interés del público. Si ponemos sobre la balanza los conflictos personales de los personajes en la historia y el proceso artesanal del vino, éste último ganaría; es mucho más interesante e inclusive da la sensación de que pudo haber funcionado por sí sólo.

Algo que sobresale en la cinta es la química entre los protagonistas, lucen complementarios y fraternos, haciendo que la historia tenga sentido y la creamos en todo momentos. De la mano de ellos nos adentran en paisajes bellos azotados por las estaciones del año y retratados durante un año entero para lograr el efecto deseado.

La sociedad quiere avanzar a pasos agigantados en muchos momentos, pero si miramos procesos cómo éste apostaríamos por conservarlos; tal vez es la nostalgia del paso del tiempo o un verdadero llamado hacia lo genuinamente creado a conciencia.