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    La cacería
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La cacería

    No es lo que prometía

    por Iván Romero

    La sátira política en el cine no siempre sale bien librada, ya que puede caer (a propósito, o no) en lo más burdo. Por otro lado, el espacio a retratar es enorme, por lo que el discurso que el relato a contar debe ser puntual, agudo e ingenioso, de lo contrario es tener varias flechas y lanzarlas sin tino. La cacería (The Hunt, título original), filme de suspenso del cineasta Craig Zobel que padece justo de todo lo mencionado y su mayor logro es no tomarse en serio. Pero… ¿no sería un principio básico para una sátira? Porque de ser así, la película sólo cumple una de las reglas a obedecer y entonces el resultado termina por ser contrario y falla brutalmente en su meta primordial.

    La cacería se sitúa en un principio con 12 extraños despertando en un bosque sin la más mínima idea de cómo llegaron ahí. Al abrir los ojos están amordazados, pero con una serie de pistas que los liberan de sus ataduras, ya que en menos de lo que piensan, se dan cuenta que están siendo cazados y tienen que correr por su vida. ¿Quiénes los cazan? Rápidamente se cuenta que un grupo de millonarios paga una cantidad estratosférica de dinero para entrar en este juego en una instalación llamada Manor House y, por deporte, aniquilan a grupos de personas, tal como si fueran animales. En el inter, Crystal (Betty Gilpin), una de las secuestradas, se empieza a defender y el juego se voltea en contra de los cazadores.

    El destino de La cacería no ha sido fortuito: la película se debió estrenar en septiembre del 2019, pero debido a los tiroteos ocurridos en Estados Unidos un mes antes del estreno, Universal Pictures decidió retrasar su llegada a los cines hasta marzo del 2020, pero el COVID-19 tampoco dejó que tuviera una decente distribución y se fue directo a digital en Estados Unidos.

    Lo cierto es que el resultado final, aunque entretenido, no es lo suficientemente sólido como para abrir una conversación respecto al uso de armas en Estados Unidos o el nivel de violencia que se respira en la era actual de aquel país y las distintas caras de la sociedad norteamericana. Es decir, queda claro todo lo que Zobel quiere plasmar en este juego violento entre “las minorías” y los puestos de poder, pero todo queda en medias tintas y ni es tan mordaz como presúme, ni la burla al sistema es tan efectiva.

    Betty Gilpin lleva la batuta del filme y sin ser una cara sumamente popular (salvo por su papel en Glow), su rol de “pateadora de traseros” (como se dice vulgarmente) sale bien librado. La actriz tiene chispa, es carismática y su personaje lleva el peso completo, así que es por ella por lo que este ejercicio de suspenso vale la pena, ya que incluso los mejores diálogos y momentos son gracias a ella. Por ahí Hilary Swank tiene un rol determinante y, aunque ya para ese momento todo lo narrado es de risa loca, saca varias carcajadas.

    A estas dos actrices las acompañan un grupo de intérpretes como Emma Roberts, Justin Hartley, Glenn Howerton e Ike Barinholtz. La cacería es producida por Blumhouse Productions y sorprende que, dentro de los escritores, se encuentre Damon Lindelof, creador de brillantes historias en la televisión como LostThe Leftovers o Watchmen. El libreto lo comparte con otro escritor: Nick Cuse, por lo que creemos que la dupla no fue del todo afortunada y algo se perdió entre las palabras escritas y la acción.

    Algunos han tachado que la película quizá no es valorada lo suficiente por el clima político que se vive en este momento y porque la parodia funciona más como sketch. En lo personal, aunque La cacería es un filme que se deja ver sin mayor problema, es más lo que ha sonado entorno a ella, que lo que termina diciendo y ahí es cuando el juego termina en contra del relato. Vaya ironía, porque lo mismo ocurre en la sociedad misma.

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