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    La madre del blues
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La madre del blues

    Honor al personaje y al teatro

    por Iván Romero

    La madre del blues o conocida con su título original: Ma Rainey's Black Bottom, título original se refiere al nombre de la canción que la legendaria cantante afroamericana de blues grabó en los años 20 en un estudio de grabación de Chicago. Ma Rainey fue la primera mujer de color en grabar sus propias canciones y ser reconocida como una mujer adelantada a su tiempo, debido a lo recia de su personalidad y decidida ante las corporaciones de hombres blancos que intentaron decirle qué y cómo dirigir su carrera musical.

    Su look y manera de cantar muy particular han revivido gracias a la ganadora del Oscar, Viola Davis, quien de nueva cuenta interpreta un personaje sacado de una obra de teatro y llevado al cine, tal como lo hizo con Fences y La duda. Ma Rainey se encargó de que las letras de sus canciones representaran a su comunidad, en especial a la clase trabajadora y La madre del blues le hace honor en todo momento.

    La película de Netflix está basada en el montaje teatral homónimo de 1982 escrito por August Wilson, por lo que podrán notar en su narrativa y en la dinámica de sus personajes y diálogos que son en extremo teatrales. Esto no significa que el filme dirigido por George C. Wolfe y producido por Denzel Washington no tenga un lenguaje visual auténtico; habrá quienes la minimicen a ser una obra filmada, pero no es el caso, y si así fuera, un texto teatral como La madre del blues no debería deslindarse de su naturaleza sólo por el hecho de ser llevado a un largometraje de ficción. El teatro no está peleado con el cine y viceversa, aunque sean lenguajes diferentes. Es mucho más enriquecedor cuando una obra es llevada al cine, que cuando sucede al revés, ya que en el mayor de los casos se trata de una traslación y este experimento choca.

    El dramaturgo y actor Ruben Santiago-Hudson se encargó del guion del filme y también protagonizado por el recién fallecido Chadwick Boseman. Este resulta su último trabajo antes de morir y muy probablemente su primera y única nominación al Oscar en los meses venideros; en el mejor de los casos, un premio póstumo.

    La madre del blues se desarrolla en 1927 en Chicago, mientras Ma Rainey graba su nuevo disco. La historia se desenvuelve en un estudio de grabación, mientras Ma y su representante debaten respecto al control total de su música y un trompetista de nombre Levee (Boseman) con altas aspiraciones, se revela ante lo que tiene que tocar para Ma. El filme es ágil y tan solo dura 94 minutos, por lo que difícilmente se llega a padecer, con todo y su lenguaje teatral.

    Viola Davis, como era de esperarse, está estupenda como Ma Rainey y, aunque ha sido un poco polémico que su participación no es suficiente para considerarse estelar, están equivocados. Boseman ciertamente tiene más escenas que Davis e incluso un monólogo brillante que es oro molido para un Oscar, pero Davis es la reina y todo gira en torno a ella, por lo que el debate sobre si es o no estelar resulta absurdo. Boseman eleva los diálogos a un nivel que hace que la piel se te erice y no deja de ser melancólico que tal interpretación llegue justo después de un hecho tan doloroso como la partida de un histrión que tenía más que un futuro prometedor.

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